La Casa de la Quinta Grande: una construcción de más de dos siglos que fue testigo de la gestación de la Argentina
06/08/2025. Análisis y Reflexiones > Análisis y Reflexiones
Quienes circulan en medio del atiborrado tráfico de la ciudad de Salta en la actualidad, casi nunca reparan o se percatan de la vieja casona de adobes cuyo frente mira hacia el sur y su otro costado hacia el este, en La Florida y Tucumán
Por Abel Cornejo
Quienes circulan en medio del atiborrado tráfico de la ciudad de Salta en la actualidad, casi nunca reparan o se percatan de la vieja casona de adobes cuyo frente mira hacia el sur y su otro costado hacia el este, situada en la intersección de las calles Florida y Tucumán. Acaso no saben que ese solar tiene más de doscientos cincuenta años y es una de las seis casas más antiguas de la urbe fundada por Hernando de Lerma con el nombre de San Felipe de Lerma en el Valle de Salta. En su tiempo, se la conoció como la Casa de la Quinta Grande, probablemente porque como quedaba prácticamente en los arrabales de una metrópolis aún pequeña que se extendía desde el Tagarte del Tineo - hoy Avenida Belgrano - hacia el sur, haya tenido azahares, limoneros granados y hortalizas para alimento de sus moradores. Es probable que su fisonomía original haya quedado recortada con el paso de los años.
Hoy es una de las cuatro casas de Salta con esquina de doble puertas de soportales de quebracho o algarrobo, y que sólo en los pueblos de Cachi, San Carlos o Molinos existen otras similares. La razón de ser del poste esquinero, es que cuando doblaban los carros en la época estival, pletórica de lluvias que inundaban las calles barrosas, las ruedas de los carros chocaban con las parees de adobes de las esquinas y sin bien no alcanzaban a derrumbarlas, las iban desmoronando. En esa casona durmió Manuel Dorrego, cuando desplegó una maniobra táctica en la que evitó caer prisionero de los españoles y decidió guarecerse previo a enfilar a Guachipas, un 20 de enero de 1814. En esos años, perteneció a la familia Arias Rengel. Posteriormente fue del médico de Belgrano y Güemes, Joseph Redhead.
También cuenta la leyenda que en una de las paredes de esa esquina, fue fusilado quien fuera uno de los más valientes y aguerridos de los capitanes de Martín Miguel de Güemes, el coronel Sinforoso Morales, que fue ejecutado a las seis de la mañana del 27 de febrero de 1824. Este luctuoso suceso se debió a que Morales era uno de los sublevados en el primero de los alzamientos que se levantaron en contra del gobernador Juan Antonio Alvarez de Arenales como consecuencia de haber sido propuesto por la facción denominada de la patria Nueva, que era tenaz enemiga de la otra bandería de simpatía güemista llamada de la Patria Vieja y que varios años después de la muerte del caudillo prosiguieron luchando entre sí, más allá del incipiente enfrentamiento entre unitarios y federales. Salta desde el 17 de junio de 1821 hasta el 13 de diciembre de 1834 en que se produjo la Batalla de Castañares, y tras el triunfo jujeño, la secesión de Jujuy, vivió tiempos tumultuarios y aciagos, políticamente.
Ya en el siglo XX, la casa fue propiedad del obispo de Salta, monseñor Julio Campero y Aráoz, quien la donó a la Sagrada Congregación de de Regulares, el 27 de junio de 1929, ordenándose la erección de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, en la cual descansan los restos de monseñor Julio Campero, uno de los dos obispos de Salta, que no está enterrado en la Catedral Basílica. El otro es el primer obispo de salta, monseñor Nicolás Videla del Pino, fallecido en Buenos Aires, el 17 de marzo de 1819, cuya sepultura hasta la fecha no se sabe exactamente dónde se encuentra. Pero eso es ya otra historia.
Fuente de la Información: El Once TV