Felipe Varela viene
16/10/2025. Análisis y Reflexiones > Análisis y Reflexiones
Felipe Varela viene, por los cerros del Tacuil, el valle lo espera y tiene un corazón y un fusil. Ese pequeño fragmento de la zamba La Felipe Varela que fuera escrita por el inolvidable José Ríos y el Coco, Juan José Botelli, se hizo famosa con la in
La zamba, de algún modo, refleja el temor que generó la llamada Invasión de Felipe Varela a Salta, en octubre de 1867. Por aquel entonces gobernaba la provincia Sixto Ovejero y su tendencia política, como sucedió en todo el proceso de unitarios y federales se inclinaba por el Partido de la Unión, es decir los unitarios. No se sabe la fecha exacta, pero Varela nació en Huaycama, departamento de Valle Viejo, provincia de Catamarca, en 1821, el año que asesinaron a Güemes. Fue un ferviente antirrosita y muy próximo a Justo José de Urquiza, bajo cuyas órdenes combatió en la Batalla de Pavón. Tuvo una gran admiración y lealtad con el Chacho Vicente Peñaloza el caudillo riojano ajusticiado en el pueblo de Olta. Sus posiciones irreductibles hicieron que viviese un tiempo en Entre Ríos, bajo el amparo de Urquiza y otros períodos en Chile adonde vendía ganado. Justamente en ese país terminaría sus días, en el pequeño poblado de Nantoco, el 4 de junio de 1870.
Para entender la figura de Felipe Varela, hay que centrarse en dos elementos fundamentales: la política interior de Bartolomé Mitre con claro predominio centralista y porteño y la decisión de éste de haberle declarado la Guerra al Paraguay, episodio lúgubre y nefasto en la historia americana. Varela es una nueva expresión del federalismo con posterioridad a la Batalla de Caseros (3 de febrero de 1852). Si bien políticamente había adquirido relevancia en Catamarca y La Rioja, fue clave su intervención en el derrocamiento del gobernador mendocino Melitón Arroyo, a raíz de lo cual se nombra interventor federal al general Wenceslao Paunero, quien a su vez le ordena al coronel José María Arredondo enfrentar a Varela y a los otros rebeldes de la zona que eran los puntanos Juan y Felipe Saa a quienes derrotó en San Ignacio. A partir de allí Varela plantó bandera en contra de las autoridades nacionales, quienes pasaron a considerarlo un forajido.
En un momento Varela tuvo el apoyo no sólo de las provincias cuyanas y la Rioja, sino también de Córdoba y Entre Ríos. Tucumán, en cambio, gobernada por Wenceslao Posse organizó una expedición que se puso a disposición del general Antonino Taboada, designado como comisionado del gobierno nacional. Varela y sus huestes recibieron dos derrotas. Primero en Chilecito y luego en Pozo de Vargas y curiosamente las fuerzas nacionales dejaron de perseguirlo, dejando desguarnecidas a Salta y Jujuy. Sobre todos estos episodios es que Varela escribe el Manifiesto a los Pueblos Americanos. Al alejarse las fuerzas nacionales del teatro de operaciones, Varela obtuvo importantes triunfos en Catamarca y se adentra en territorio salteño, entrando por Tacuil a fines de septiembre de 1867. Por aquel entonces gobernaba Salta Sixto Ovejero. En Cafayate y el camino a Salta tuvo algunas escaramuzas, recuerdo de ello son las Tres Cruces que hasta la fecha están plantadas en la cornisa y cuando entró en la ciudad en la mañana del 10 de octubre, se apersonó el coronel Martín Cornejo, quien había sido conminado por el juez federal Apolonio Ormaechea a que intime al caudillo a retirarse de inmediato de Salta. Ormaechea fue el primer juez federal de Salta, que se desempeñaba en el cargo desde 1863, que fue cuando la Justicia Federal se instaló en las primigenias catorce provincias. La leyenda de cuenta del pavor que sintió Cornejo al presentársele al líder catamarqueño, famoso por su bravura. No hubo combate ni saqueo alguno, sino que en realidad no alcanzó a estar más de dos horas en que aprovechó para reabastecerse y continuar viaje a Jujuy para luego seguir a Bolivia. Tal vez de allí provenga el estribillo de la zamba: porque Felipe Varela/matando llega y se va. Porque evidentemente, la leyenda del temerario caudillo que pese a que las la ciudad no estaba libre de miedo, en su paso, nada ocurrió. Pero esa ya es otra historia.