La larga espera. "¿Cuándo me toca a mí?" , la pregunta de los chicos en adopción
01/10/2018. Noticias sobre Justicia > Noticias de Argentina
El 90% de los padres potenciales se inscriben para bebés, pero en los hogares la mayoría de los que aguardan son adolescentes impacientes por encontrar una familia; los temores y los prejuicios que impiden el encuentro.
Joaquín (15) y Nico (11) son hermanos, viven en un hogar para chicos sin cuidados parentales en la ciudad de Buenos Aires y sueñan con ser adoptados. Hace unos días, le escribieron dos cartas al juez a cargo del Juzgado Civil Nº 83, Cristóbal Llorente, quien actualmente lleva su caso. "Hace casi 10 años que estoy en un hogar y estoy impaciente por tener una familia. No me importa su físico o apariencia, solo su responsabilidad", se lee en la de Joaquín. Nico, agrega: "Me gustaría tener una mamá y un papá, con hijos o mascotas. Pero sino se puede con mascota o hijos, no importa"
Como a ellos, a la mayoría de los preadolescentes y adolescentes en adopción, la espera se les hace interminable. "¿Cuándo me toca a mí?", es la pregunta que se repiten al ver cómo los más chiquitos -incluso los que llegaron después-, se van primero. Cada día que pasa es una carrera contra el tiempo: saben que con los años, las posibilidades de ser adoptados disminuyen, los temores se agolpan y la ansiedad aumenta. Muchos, llegan a cumplir los 18 sin lograrlo y no les queda más opción que abrirse paso en la vida a los codazos.
"Tienen hambre de un entorno que les brinde calidez y amor. Las suyas, son historias de resiliencia", sostiene Llorente, quien durante décadas ejerció como abogado de familia y recientemente fue designado juez. "Son chicos como cualquier otro, con una historia previa que hay que saber acompañar. Si uno les da cariño, tienen la capacidad de recuperarse. Todos necesitamos que depositen la mirada en nosotros: a ellos, eso les hace mucha falta".
La brecha no es menor. Las aspiraciones de la mayor parte de los postulantes a adoptar -que esperan niños pequeños- contrastan fuertemente con la realidad de los chicos declarados en adopción. En general, tienen más de seis años -pero, sobre todo, rozan o están en plena adolescencia-, pueden ser parte de grupos de hermanos y tener algún tipo de discapacidad o problema de salud
Para tender un puente entre ambas esperas, jueces, organismos de protección de derechos, psicólogos y otros especialistas en la temática, subrayan la urgente necesidad de cambiar el paradigma de la adopción,corriendo el foco de los adultos y poniéndolo en el derecho de los niños y jóvenes a tener una familia
Además, aseguran que es fundamental trabajar en la "disponibilidad adoptiva" de los postulantes, para que puedan tener una mirada más amplia, flexible y responsable acerca de quiénes necesitan un hogar, así como derribar mitos y prejuicios sobre la posibilidad de ahijar a chicos más grandes: desde que es el equivalente a zambullirse en una misión imposible, hasta que se van a perder las "mejores etapas".
"Trabajamos con los postulantes para que puedan ir perdiendo temores. En el caso de los preadolescentes y adolescentes, van a padecer de esa etapa como con cualquier hijo, sea biológico o no, pero también a tener un montón de satisfacciones", destaca Karina Leguizamón, presidenta del Consejos de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de la CABA, del que depende el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (Ruaga).
Para Laura Salvador, cofundadora de Ser Familia por Adopción y quien adoptó a Luchi, su hijo, cuando tenía casi 13 años (ver aparte), la adopción de chicos más grandes es posible "si te subís al barco sabiendo que se va a mover". Y explica: "Sino, en el primer sacudón te vas a querer bajar. Va a haber dificultades y hay que conocer de antemano cuáles son las problemáticas que habrá que atravesar
Por eso, reforzar las evaluaciones de los candidatos por parte de los registros y los juzgados, así como contar con profesionales que brinden asesoramiento y acompañen durante todo el camino que implica ser familia por adopción, es otra de las claves para evitar posibles fracasos en las vinculaciones.
Las "devoluciones" son una de las realidades que más duelen. Según cifras del Ministerio Público Tutelar de CABA, en 2017, egresaron 109 niños y adolescentes con guarda preadoptiva y las desvinculaciones fueron 23 (el87% correspondieron a casos de adolescentes). Yael Bendel, asesora general tutelar, sostiene: "Estos fracasos tienen que ver con dónde está puesta la mirada, que es en los adultos en lugar de en los chicos. Muchas veces los 'devuelven' y termina siendo el segundo o tercer abandono de sus vidas, lo que puede generar consecuencias irreparables".
Para Salvador, cuando los postulantes dicen "no me animo" muchas veces tiene que ver con miedos o fantasmas y la única manera de deshacerlos es aprendiendo, charlando con otros papás, yendo a grupos. "Los chicos de más de 12 años no son monstruos: son chicos", asegura
Cambiar la mirada
De las 5352 las personas o parejas inscriptas en el país, según la Dirección Nacional del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (Dnrua), el 90% manifiesta la voluntad de adoptar a niños de hasta un año, el 13% aceptaría hasta 8 y solo el 0,8% de 12.
Graciela Fescina, directora nacional del Dnrua, señala: "La mayoría de los postulantes piensan en niños pequeños, teniendo como preconcepto que pueden armar un vínculo de un modo más sencillo. Pero cada etapa evolutiva tiene sus particularidades y en la adolescencia aparecen las escenas propias de esa edad
En muchos casos y ante la falta de candidatos dentro de la red de registros de postulantes a guarda adoptiva, los jueces recurren a las convocatorias públicas, que son llamados a toda la comunidad para encontrarle una familia a aquellos chicos a los que cuesta hallarles una: actualmente, hay más de 100 abiertas.
Una de ellas es la de Joaquín y Nico (no son sus nombres reales). Cuando los conoció y al escucharlos, Llorente no dudó en lanzar la convocatoria, que actualmente está a la espera de quienes deseen brindarles el hogar que necesitan.
Darles la voz a los chicos y preguntarles qué tipo de familia desean, es otra de las prioridades. Erica estaba segura de que quería solo una mamá. Había crecido en hogares de Salta y cuando tenía 15 años pensaba que las chances de ser adoptada habían desaparecido. Pero en Buenos Aires estaba Ana Avellaneda, una abogada soltera que soñaba con formar una familia por adopción. En Internet, vio la convocatoria de Erica: "Ni bien entré, las tres primeras eran de adolescentes de Salta: dos tenían 13 y una 15. Fue una decisión muy importante pensar a cuál postularme: elegí a la más grande, porque pensé que era la que menos posibilidades tenía de encontrar una familia", cuenta Ana (45). Tras varios llamados y una entrevista presencial, llegó el momento de conocer a Eri: hoy, las dos recuerdan ese primer encuentro con risas y lágrimas de alegría. Ana sigue agradeciendo cómo los equipos de la Secretaría Tutelar de Salta, del hogar Amanecer y de Ser Familia Por Adopción, las contuvieron durante todo el proceso. "Cuando la ví a Ana fue algo muy lindo y fuerte: me quedé sin palabras. Esto resultó ser mucho más de lo que me imaginaba", cuenta Eri, que hoy tiene 18.
Construir el vínculo familiar, según los especialistas, lleva tiempo, paciencia, amor y compromiso. "Es difícil, pero no imposible. Estos chicos generalmente vienen con una vivencia muy dolorosa de la figura del padre o la madre. De la noche a la mañana nadie puede cambiar esa idea", advierte Salvador. Lucas Aón, que desde hace treinta años es juez de familia de CABA, aporta: "Uno no adopta solo a una persona, sino a una historia. En muchos casos son muy duras y los adultos deben abrazarlas".
María Laura Casal es directora del hogar que la fundación Manos Abiertas tiene en Villa de Mayo. Para ella, si bien la mayoría de los adolescentes quieren una familia, les da mucho miedo el ser rechazados. "Muchas veces van probando hasta dónde esos papás nuevos los van a bancar. Por eso, es muy importante que tengan un acompañamiento sostenido. La mayoría de las cosas van a surgir cuando el chico ya esté viviendo en su casa", dice.
El que haya adolescentes que pasaron casi toda su vida institucionalizados, es otra de las grandes preocupaciones de Casal. "El egreso a veces es muy difícil para ellos, porque tienen más tiempo viviendo en el hogar que afuera. Eso no debe pasar", concluye.
LA NACION