La Corte del futuro
18/04/2025. Noticias sobre Justicia > Noticias de Salta
Al recibir el duro golpe de la falta de acuerdo senatorial a los dos comisionados del presidente de la Nación en la Corte Suprema de Justicia, en cierto ambiente académico circularon simpáticas referencias que servirán para pensar la Corte del futuro
Al recibir el duro golpe de la falta de acuerdo senatorial a los dos comisionados del presidente de la Nación en la Corte Suprema de Justicia –me refiero a Ariel Lijo y Manuel García Mansilla-, en cierto ambiente académico circularon algunas simpáticas referencias que servirán para pensar la Corte del futuro.
Parafraseando el tango Cambalache, se dijo que "no es lo mismo un burro que un gran profesor" (Lijo, obviamente no traía virtud docente alguna) y también, en referencia a esto último, que con la salida de García Mansilla perdía la Corte la posibilidad de tener sentado a un gran profesor como ministro de Corte.
Pienso que si de algo ha servido toda esta especie de corso a contramano de la Constitución (un corso a contramano es una gran desorientación, en este caso del presidente que pensó que podría imponer su voluntad omnímoda sin acuerdo político con los senadores) es una lección de Derecho Constitucional que podríamos llamar la lección García Mansilla.
La nota más saliente y repensando que los dos grandes intentos contemporáneos que fracasaron para meter Jueces de la Corte por Decreto en comisión lo fueron con la dupla Rosatti-Rosenkrantz (que advertidos, la rechazaron) y Lijo-García Mansilla, lo representa el hecho de la gran resistencia ciudadana y política a este atajo institucional, que la Constitución real parece no consentir, pese a cierta interpretación constitucional formalista que se empeña en hipertrofiar el funcionamiento del sistema insistiendo que el presidente todo lo puede, por la historia o los antecedentes de otros países. No puede haber Juez de Corte sin acuerdo del Senado. Las autocracias y los atropellos deben tener un freno, un contrapeso, un límite material que en este caso abarcó la decisión en arco político plural en el Senado de la Nación, que dejó afuera sus grandes disidencias, para producir de consuno el rechazo. El segundo, que los verdaderos defensores de la Constitución no pueden dejar en la puerta de entrada sus convicciones republicanas.
Mucho más que el presidente, quien aquí ha perdido legitimidad es la propia Corte Suprema de Justicia de la Nación, herida en su funcionamiento institucional para volver a trabajar con tres miembros, pero también por prestarse a un ajedrez político que nada tiene que ver con los altos fines institucionales de Gobierno que, en su cabeza, pone la Constitución Nacional. La doble vara en la toma de juramento a los propios comisionados la puso en evidencia, exigiendo a uno la anulación de su incompatibilidad, pero permitiéndola al otro que ya había juramentado.
Lo del gran profesor sentado en la Corte Suprema es harto interesante. Pienso que antes que un gran docente, en ese estrado hay que sentar estadistas, hombres o mujeres de probidad y rectitud muy difíciles de cuestionar, que no ensayen justificaciones vanas cuando han cambiado convicciones republicanas expresadas antes y abandonadas después. Si además brillan en la cátedra, pues bienvenido sea, no es lo más importante. Como decía el maestro de abogados, Angel Osorio y Gallardo en "El Alma de la Toga", la virtud en el hombre de derecho no pasa principalmente por su calificación jurídica: lo esencial "Primero es ser bueno; luego, ser firme; después, ser prudente; la ilustración viene en cuarto lugar; la pericia, en el último".
La Corte – como otras instituciones de la Constitución como el Procurador General o el Defensor del Pueblo, bastardeadas por el juego político- seguirá huérfana de ubicación y sentido en la República, sino defiende su independencia y estabilidad, su rol de garante del control constitucional a los poderes políticos y del proceso democrático y el carácter incuestionable de sus miembros.
Fuente de la Información: El Tribuno