Campo Quijano: trabajador accidentado quedó desamparado por la Municipalidad
22/09/2025. Noticias sobre Justicia > Noticias de Salta
Ángel Arsenio Vilte trabajó durante seis años para la Municipalidad de Campo Quijano. Siempre en negro, siempre bajo la etiqueta de “personal temporario” o “por hora”, sin contrato, sin ART, sin obra social, sin recibo de sueldo.
Realizaba las tareas que le ordenaran: desmalezar, podar, bachear calles, cortar pasto, incluso vacunar perros sin ningún tipo de capacitación ni protección. Su historia es un retrato de la precariedad con la que se maneja parte del personal municipal, pero también la crudeza con que el sistema lo dejó librado al destino cuando más lo necesitaba.
En diálogo con Nuevo Diario, Ángel Arsenio Vilte contó cómo el 18 de marzo de 2025 sufrió un accidente laboral gravísimo: una máquina segadora levantó una piedra que impactó directamente en su pierna izquierda, provocándole una fractura expuesta de tibia y peroné. “Quedé tirado más de una hora en la plaza Los Robles (La Silleta), con el sol encima y desangrándome, hasta que llegó la ambulancia”, recordó.
Fue trasladado primero al hospital de Quijano, luego al San Bernardo, donde lo preparaban para cirugía. Pero veinte minutos antes de entrar a quirófano apareció el seguro y lo derivaron al IMAC, porque allí la Municipalidad tenía convenio con Sancor Seguros. El 28 de marzo, diez días después del accidente, finalmente fue operado con colocación de tornillos y clavos metálicos. Al día siguiente recibió el alta. Hasta allí, el seguro respondió. Pero pronto quedó claro que lo contratado por el municipio no era una ART -como corresponde por ley a cualquier empleador-, sino un seguro de accidentes personales con cobertura limitada. “Me enteré recién después de la operación. El seguro tenía un tope, se agotó, y me dejaron a la deriva. Necesito otra cirugía, fisioterapia y seguimiento, pero ya no me cubre nada”, lamenta Vilte.
El abandono municipal
Lo que siguió fue un calvario burocrático. Según precisó Vilte, la directora de Personal, Candelaria Bonzano, le aseguró que el intendente Lino Yonar se haría cargo de los gastos médicos. Sin embargo, la ayuda se limitó apenas a 20 sesiones de fisioterapia y algunos traslados. Ni la operación pendiente ni los controles traumatológicos fueron cubiertos. Peor aún: la Municipalidad dejó de pagarle el salario que cobraba como “por hora”, despidiéndolo de hecho y sin notificación alguna, pese a que presentaba certificados médicos mes a mes.
“Me considero un despedido injustificado. Yo trabajaba todos los días de lunes a viernes, incluso fines de semana cuando había ferias. Tengo testigos y compañeros que lo pueden acreditar. Pero me desconocen como trabajador, me dejaron sin ingresos y sin atención médica”, denunció Vilte a Nuevo Diario.
Hoy, con una esposa y cinco hijos menores a cargo -dos de ellos con discapacidad-, la situación es desesperante. Para sobrevivir se endeudó con tarjetas de crédito, pidió prestado para pagar consultas y recibió algo de mercadería como ayuda ocasional. “Con mi sueldo en la municipalidad no alcanzaba, eran 120 mil pesos por mes. Yo me sostenía haciendo changas a la tarde. Pero ahora no puedo trabajar, y ellos me dieron la espalda”, cuenta con amargura.
Una paradoja, el colmo o una burla
En agosto, en la Cámara de Trabajo, se realizó una audiencia de conciliación. Vilte solo pedía algo básico: que se hicieran cargo de su tratamiento médico hasta el alta definitiva. La Municipalidad se negó, desconociéndolo como empleado.
La escena tuvo un tinte casi irónico. El abogado que representaba a la Municipalidad se presentó accidentado, con muletas y bota ortopédica, cubierto al 100% por su seguro de ART. El contraste fue evidente: un profesional con todas las garantías legales y un trabajador precarizado, abandonado por la misma institución para la que se accidentó trabajando.
El juez fue contundente: “No importa si trabajaba una hora o todos los días; el accidente ocurrió prestando tareas para la Municipalidad y ellos deben hacerse cargo”.
El fallo conocido días después dio lugar al amparo presentado por el abogado de Vilte, Edmundo Farfán. El tribunal ordenó a la Municipalidad de Campo Quijano y a Sancor Seguros garantizar cobertura médica integral, inmediata y continua de todas las prestaciones necesarias: cirugías, tratamientos farmacológicos, rehabilitación, traslados y asistencia, hasta su alta médica definitiva.
Además, impuso costas a los demandados y fijó una multa ejemplar: $500.000 diarios en caso de incumplimiento por parte de la Municipalidad y un monto superior para Sancor Seguros. También ordenó remitir copia de la sentencia a la Superintendencia de Seguros de la Nación y de Riesgos de Trabajo, para que tomen medidas.
Una vida en vilo
Pese al fallo, la incertidumbre persiste. Según Vilte, hasta el momento la Municipalidad no se comunicó con él ni con su abogado. “Parece que no les importa. Me dejaron solo, con cinco chicos que mantener, sin trabajo y con una pierna que necesita otra cirugía”, dijo a Nuevo Diario.
Lo que más indigna es el abandono humano. “Yo esperaba al menos un gesto. Que me llamen, que me digan cómo van a cumplir con el fallo. Pero ni eso. Soy invisible para ellos”, confiesa.
Mientras tanto, la familia sobrevive con lo poco que cobra su esposa, ayudas esporádicas y deudas crecientes. La pierna de Vilte aún requiere intervención y fisioterapia, pero la espera se prolonga.
La sentencia es clara. La deuda moral y social, también.
Fuente de la Información: Nuevo Diario