Violencia callejera y adicciones: un cóctel explosivo en los barrios salteños
18/05/2025. Noticias sobre Justicia > Noticias de Salta
El 80% de intervenciones policiales están ligadas a conflictos sociales por consumos. Vecinos de distintos barrios denuncian peleas, robos y violencia constantes.
Las peleas callejeras y situaciones de violencia en espacios públicos protagonizadas por personas con problemas de adicciones se multiplican en Salta. Según datos aportados por policías y fuentes del Ministerio Público, el 80 por ciento de las intervenciones que realiza la fuerza de seguridad de la Provincia están relacionadas a conflictos sociales.
El primer lugar en esta preocupante estadística lo ocupan los desórdenes en la vía pública, que pueden involucrar desde menos de cinco personas hasta grupos mayores a diez. En la mayoría de los casos, estas situaciones están atravesadas por el consumo problemático de sustancias.
Luego se ubican los casos de Violencia Intrafamiliar (VIF), seguidos por el consumo de bebidas alcohólicas, los incidentes provocados por animales sueltos y las contravenciones de distinta índole. El 6% de las intervenciones corresponden a delitos contra la propiedad, mientras que el 14% restante abarca otros tipos de delitos.
La mayor cantidad de desordenes o conflictos en las calles se producen en la capital salteña los fines de semana.
Desde la Policía y la Justicia advierten que estas situaciones exceden su capacidad de resolución y señalan que deberían ser abordadas por organismos como Niñez, Familia y Adicciones y Salud Mental, entre otros.
"En la mayoría de los casos de peleas en las calles, interviene el 911 y los protagonistas optan por no hacer denuncia y si la hacen no son reales", informaron fuentes investigativas de estos hechos.
En calle Esteco al 800, los vecinos denuncian que las peleas y robos se han vuelto moneda corriente. "A cualquier hora, a plena luz del día, se desconocen entre ellos los adictos que andan por aquí, algunos ya viven en el canal. El paco hace estragos", relató Raquel, vecina del lugar. Agregó que recientemente un grupo de tres personas golpeó brutalmente a un joven al que acusaban de intentar robar una bicicleta: "le tiraron piedras grandes y le pegaron con un fierro de cartel en la cabeza; quedó tirado".
En la zona sudeste, sobre todo en los barrios Solidaridad y La Paz, las disputas territoriales entre grupos juveniles, conocidos como "patotas", se repiten cerca de la feria barrial. En estos casos, las disputas suelen ser territoriales, entre residentes de las distintas de las barriadas, y tienen una dinámica de masculinidad ya que involucran mayormente varones, lo que no significa que también participen mujeres.
"El mayor problema es la presencia del consumo de pasta base que desencadena la peor violencia", coincidieron los vecinos de la zona sudeste. Otros puntos críticos son los barrios 20 de Junio, 26 de Marzo, Norte Grande, Juan Manuel de Rosas, 1 de Mayo, 17 de Octubre, Palermo y Villa Asunción. En el interior, Tartagal y Orán también presentan una alta conflictividad.
En el barrio Aráoz, en la zona sur de la capital salteña, los vecinos viven una realidad diaria de miedo e impotencia. "Se juntan chicos a consumir en las esquinas, roban, agreden, rompen todo. Orinan las veredas, se comportan de manera desagradable", contó Luis.
Mariel, otra vecina, explicó que la Policía les dice que muchas de estas personas están declaradas como indigentes, sin domicilio fijo: "Cada vez que llamamos, despejan el lugar pero a los 15 minutos vuelven".
"Roban cualquier cosa, desde una bici, hasta una planta o un trapo de piso. Llamamos a la Policía y cuando llegan con el único móvil que tienen para toda la zona, ya pasó todo", expresó con frustración. Gael, otro vecino, afirmó: "Nos gritan que nos van a reventar la casa si llamamos a la Policía. Todos los días después de las 7 de la tarde el barrio es un infierno porque empiezan las juntaderas".
Tendencia a los excesos
Al ser consultado por la problemática, el Secretario de Salud Mental y Adicciones del Ministerio de Salud Pública de Salta, Martín Teruel, explicó: "lo que hay para decir es que, por un lado, sabemos que hay drogas que pueden precipitar conductas agresivas y por lo tanto aparecen muchas veces vinculadas en episodios de violencia, tanto intrafamiliar como de la escena social. Pero también, por otra parte, no se puede pasar por alto que en la sociedad actual hay una tendencia a los excesos y a la falta de tramitación simbólica de los conflictos, que puede aparecer como matriz tanto en los consumos problemáticos como en otras problemáticas sociales como son las violencias".
Frente a la pregunta sobre las sustancias más presentes en los hechos violentos en las calles, refirió: "en primer lugar las bebidas alcohólicas, cuyos usos y abusos son moneda corriente en la vida social, que inhiben el funcionamiento de la corteza prefrontal, por lo tanto se disminuyen las posibilidades de prever riesgos y el control de impulsos, es decir las conductas de prudencia.
También pueden presentarse conductas disruptivas en la intoxicación por cocaína o en la abstinencia de pasta base", precisó Teruel.
Al ser consultado sobre si cree que hay una escalada de conflictividad relacionada al consumo en contextos vulnerables, Teruel fue enfático: "Lo que creo es que los contextos de vulnerabilidad son en sí mismos generadores de conflictividad. Que una persona no tenga satisfechas sus necesidades básicas, que quede excluida de las posibilidades de desarrollarse en una sociedad estudiando, aprendiendo, trabajando, que no vea horizontes, que sufra exclusión, son suficientes factores para generar una carga de violencia. Si, sobre eso, además se instala el consumo de drogas, es muy probable que se produzcan los desencadenamientos de la violencia".
Los dispositivos
En cuanto a los dispositivos disponibles desde Salud Mental para intervenir en estos caos, explicó que "los episodios de violencia en la vida social seguramente requieren de la intervención de las fuerzas de seguridad para interrumpir esas circunstancias en que las personas se están poniendo en riesgo a sí mismas y a otros. Ahora bien, cuando en esos episodios se encuentran cuadros de intoxicación por sustancias o de alguna descompensación de la salud mental, el lugar de intervención es la guardia hospitalaria para estabilizar a la persona. Luego de eso, se podrá pasar al proceso psicoterapéutico que sea conveniente a cada caso".
Con respecto al rol que cumple la Secretaría en la prevención de estos hechos y la articulación con Seguridad y Justicia, Teruel precisó: "La Secretaría trabaja en algunos contextos comunitarios y también en articulación con áreas de educación, en la perspectiva de aportar para generar con las personas ámbitos más empáticos y mayores recursos para tramitar los conflictos. Con las fuerzas de seguridad y con los juzgados mantenemos una vinculación bastante fluida también para que las personas que están en situación de conflictividad puedan acceder a tratamientos".
Sobre si el sistema provincial cuenta con los recursos necesarios para abordar la problemática desde la salud, manifestó: "Partiendo de la base que la conflictividad social, la pobreza y marginalidad, la violencia, son problemas que exceden el alcance de los efectores de salud, pero al mismo tiempo son factores que inciden sobre la salud en general y la salud mental en particular, es que articulamos con los equipos técnicos de otras áreas del Estado para avanzar en procesos preventivos. Y, por otra parte, procuramos que aquellas personas que necesitan de un tratamiento puedan acceder a él".
Entre las medidas concretas en marcha, detalló que se trabaja con el Ministerio de Educación en procesos que se implementan en escuelas y colegios para favorecer espacios de contención y de aprendizaje de formas más asertivas para resolver las conflictivas interpersonales. A la vez, equipos de salud mental se suman en algunos espacios barriales junto a los referentes comunitarios, haciendo tareas focalizadas a las necesidades que esa comunidad busca resolver".
Por último, dejó un mensaje a la sociedad salteña: "Yo creo que, lamentablemente, no debería sorprendernos tanto el agravamiento de la violencia en la medida que vemos proliferar lo que llamamos 'discursos del odio'. Hay una naturalización de la violencia discursiva con mensajes cargados de desprecio, de amenaza, de crueldad, de humillación. Y, entre la violencia oral y el acto violento a nivel físico hay un límite bastante delgado. Pienso que como sociedad tenemos que tener claro que no es por ahí, que es urgente que recuperemos la capacidad de solidarizarnos con el otro aunque piense distinto, aunque sea distinto. Que no hay posibilidad de resolver la conflictividad social si lo único que hacemos es estar en pie de guerra".
Fuente de la Información: El Tribuno