Juicio por Jimena Salas: los hermanos Saavedra se declararon inocentes
25/09/2025. Noticias sobre Justicia > Noticias de Salta
El viudo de la víctima ratificó que no duda de la responsabilidad de Javier Saavedra, que se suicidó antes del inicio del juicio. La fiscalía sostiene que los hermanos quisieron robar en la casa de la joven y terminaron matándola de 40 puñaladas.
Dos hombres participaron de esa agresión. "Los únicos que no mentimos fuimos nosotros", dijo Carlos Saavedra
Ocho años y meses después, comenzó ayer un nuevo intento por esclarecer el asesinato de la joven Jimena Salas. Sin embargo, el juicio oral empezó golpeado por la muerte del principal sospechoso, Javier Nicolás Saavedra (26), que se quitó la vida en vísperas de este proceso. Los otros dos acusados, sus hermanos Carlos Damián (40) y Adrián Guillermo Saavedra (38), aseguraron ayer que son inocentes.
Jimena Salas fue asesinada a cuchilladas el mediodía del 27 de enero de 2017, en su casa de la localidad de Vaqueros, cuando se encontraba solo con sus dos hijitas, de tres años de edad. La fiscalía cree que el móvil fue el robo y con ese objetivo los atacantes se valieron de una perrita caniche toy para ganarse su confianza, fingiendo que la habían encontrado perdida y buscaban a su dueño.
Dos hombres atacaron con dos cuchillos a Jimena, delante de las nenas, a las que luego encerraron en el baño de la casa, con sus ropas manchadas de sangre. "El señor malo le pegó le pegó a mamá con el cuchillo", contó luego una de las niñas. Desde ese día tuvo miedo a los hombres de barba, como la que tenía ese atacante. El cuerpo de Jimena quedó en el living comedor. Ahí la encontró a las 13.30 su pareja, Nicolás Cajal Gauffín.
En la casa había sangre por todas partes, de la víctima y de los atacantes. En algunas de esas manchas se encontraron rastros genéticos de Javier Saavedra (y en las uñas de la víctima) y de otro hombre al que no se pudo identificar pero que comparte patrilínea con Javier, es decir que es familiar.
Adrián Saavedra, el primero en declarar ayer, cuestionó esta prueba. "Tengo claro que el hisopado está mal hecho", y "es lo único que lo agarró a mi hermano", dijo en referencia a la toma de muestra de saliva; sin embargo, cuando la fiscal Mónica Poma lo interrogó, no pudo explicar por qué afirma esto. El levantamiento de muestras se hizo en presencia de su defensor, Marcelo Arancibia, y participó una perito de parte.
Adrián y Carlos rechazaron la acusación. "Yo no existo, y mi hermano estoy seguro que tampoco existe en este hecho", sostuvo Adrián. "Estamos tranquilos. Sabemos que no tenemos nada que ver con esto". "Somos incapaces de hacer algo así", insistió.
"Todo esto desde un comienzo fueron mentiras", agregó rato después su hermano Carlos. "Los únicos que siempre dijimos la verdad somos nosotros", afirmó. Dijo que la fiscalía y demás operadores de la administración de justicia "no se dan cuenta que tienen a inocentes".
Los hermanos fueron acusados recién en 2022. Además de esta prueba genética que ubica a Javier Saavedra en el lugar del hecho, en el requerimiento de juicio la fiscalía enumeró otras pruebas e indicios que sostienen la acusación.
Entre otros, repasó que los hermanos estuvieron involucrados en hechos que motivaron actuaciones policiales (pero no tienen antecedentes penales, porque no fueron condenados), sobre todo Carlos, que fue denunciado por robo, lesiones y amenazas y abuso sexual.
Además, en la casa materna de Saavedra se encontraron un dni, una tarjeta de crédito y una de Saeta, lo que para la fiscalía es indicativo de que los hermanos solían robar.
El último mensaje de Jimena
"Perrita perdida en calle Las Virginias. Casi la atropellan", escribió Jimena Salas aquel mediodía en un mensaje dirigido al grupo de vecinos del barrio San Nicolás en el que iba a publicar el aviso de que la perrita estaba en su casa.
El mensaje, que nunca llegó a enviar, se encontró al recuperar archivos de su teléfono, que los atacantes destrozaron y luego tiraron en la ruta 9, donde fue encontrado por los investigadores. En ese teléfono había también tres imágenes de la perrita, sostenida por uno de los asesinos, un joven alto y delgado de camisa celeste, pantalón oscuro y mocasines. No se le ve la cara, pero se advierten un par de lentes y un llavero de Gimnasia y Tiro. Javier tenía un llavero así.
Un joven con esas características, con una perrita similar, había hablado días antes en Vaqueros con una joven que estaba cuidando una casa. También dijo que había encontrado perdida a la perrita y buscaba a sus dueños. Se presentó como Matías y le dio un número de teléfono: tenía los mismos números de un teléfono que perteneció a Javier, solo que en distinto orden.
El día del crimen otros testigos vieron a dos hombres con una perrita en inmediaciones de la casa de Jimena. Una mujer incluso fue abordada por un joven que insistió en dejarla en su casa, y en entrar para eso. Esta testigo vio un auto Volkswagen Vento marrón y otra vio un auto oscuro que creyó que podía ser de esta marca. Al momento del hecho la familia Saavedra tenía tres automóviles parecidos. En cámaras de seguridad de la zona quedaron imágenes de los vehículos mencionados por los testigos. Ayer los hermanos Adrián y Carlos aseguraron que no son los mismos.
La novia de Javier Saavedra tenía una caniche toy que a veces quedaba al cuidado del joven. En la investigación se obtuvieron conversaciones en las que la joven se muestra nerviosa porque había visto fotos (difundidas por la fiscalía en la investigación) de la perrita usada en el crimen y creía que era parecida a la suya.
"¿Por qué había que matarla?"
Al final de una larga audiencia, el tribunal integrado por la jueza Mónica Faber y los jueces José Luis Riera y Maximiliano Troyano decidió escuchar el testimonio del viudo de Jimena, que es querellante en este proceso.
"Que se sepa la verdad, que se haga justicia", respondió Cajal Gauffín cuando el presidente, Riera, le preguntó si tenía interés en el proceso. Después contó la mañana de aquel 27 de enero, hasta que regresó a su casa al mediodía y se encontró con la escena del crimen. Repasó que le llamó la atención que la llave de Jimena estaba en el alambrado en la puerta de acceso al terreno, la puerta de la vivienda estaba entreabierta, al ingresar vio los pies de la joven. "No lo podía creer, se me cayeron todas las cosas (que llevaba)", recordó.
Atinó a tocarle el pulso. Estaba fría. Mientras llamaba al 911 empezó a buscar a sus hijas. Recorrió la casa hasta que advirtió la puerta del baño cerrada, la abrió: "ahí estaban mis dos hijitas llorando, con la ropa con sangre", describió. Las abrazó, verificó que no estuvieran heridas y las llevó a su habitación, que ya había revisado, porque por entonces no estaba seguro de que no hubiera un extraño en la casa.
Cajal Gauffín, que fue juzgado por encubrimiento de este crimen pero fue absuelto, habló también de cuánto lo afectó la muerte de su esposa. "Mi vida cambió mucho", "de tener una vida familiar armada, a quedarme solo con dos hijas de tres años", dijo. Y planteó también su estupor frente a la violencia desplegada: "Hasta el día de hoy me pregunto, ¿por qué tanta saña? ¿por qué había que matarla?". Era una persona alegre, feliz. Aquel 2017 "fue terrible", "era un muerto caminando que seguía por mis hijas nada más". "Hay que estar bastante enfermo para hacer una cosa así", sostuvo.
Antes, fuera de la sala, había lamentado el suicidio del principal sospechoso, justo cuando la familia de Jimena esperaba poder conocer por qué la mataron. Le diría "que me da mucha pena", dijo. Que no le haya dado opción a Jimena, "como él sí la tuvo, de quitarse la vida".
Fuente de la Información: Página 12