Caso María Cash: la familia pide que el acusado de asesinato vuelva a la cárcel y critican a la Justicia
29/04/2025. Noticias sobre Justicia > Noticias de Salta
Para la familia Cash, Héctor Romero fue protegido durante más de una década. El sistema judicial nunca buscó a María, sino cómo cerrar la causa sin molestar a los responsables.
El 8 de julio de 2011, María Cash desapareció mientras viajaba por el norte argentino. Trece años después, el principal acusado de su asesinato, Héctor Romero, está detenido, pero cumple prisión domiciliaria, una situación que la familia de la joven considera inadmisible y profundamente injusta.
“A 11 años de la muerte de Federico Cash todavía estamos esperando la definición del juicio. A 13 años del asesinato de María, tenemos que soportar que su asesino goce de arresto domiciliario por enfermedad y arreglo político, en lugar de pudrirse en la cárcel”, expresó su hermano Máximo Cash, visiblemente indignado.
Rastrillajes realizados en 2024
Todo el análisis y las observaciones que siguen a continuación provienen de la familia Cash, que desde hace años investiga paralelamente la causa, recolecta pruebas, analiza el expediente y acompaña cada decisión judicial que, según ellos, ha permitido que un crimen brutal permanezca impune por una red de encubrimientos, mentiras y complicidades.
Un recorrido judicial frustrante y lleno de obstáculos
Desde el inicio, la familia debió enfrentar no solo la tragedia de la desaparición de María, sino también un camino judicial plagado de desvíos. La causa pasó de la justicia provincial al fuero federal, donde fue inicialmente tratada como un caso de trata de personas. Según Máximo se descartaron más de 400 avistamientos falsos y se volvió al punto de partida: General Güemes, donde María fue vista por última vez con vida.
Máximo Cash y María del Carmen Gallegos, madre de María
Es allí donde se ubica al principal sospechoso: Héctor Romero, camionero, último en ver a María, quien la habría subido a su camión Mercedes Benz blanco con la leyenda “Catita”. Según la hipótesis de la familia, basada en el expediente judicial, Romero habría intentado abusar sexualmente de ella. Ante su resistencia, la habría asesinado y ocultado su cuerpo, aprovechando su vulnerabilidad y el aislamiento del lugar.
Una detención fugaz y un beneficio cuestionado
El 26 de noviembre de 2024, la Fiscalía Federal solicitó formalmente la detención de Romero por el delito de homicidio agravado por alevosía, y la jueza actuante aceptó el pedido. Sin embargo, apenas una semana después, el 3 de diciembre, Romero fue beneficiado con la prisión domiciliaria, con el argumento de que padece una enfermedad grave, crónica y que por su edad avanzada no podía permanecer en una cárcel común.
Para la familia, este beneficio es una forma legalizada de impunidad, que no tiene sustento frente a las pruebas acumuladas. “Está en su casa, no declaró nunca con claridad, cambió su versión mil veces y lo cubren desde el poder político. ¿Qué clase de justicia es esta?”, pregunta Máximo.
Contradicciones, encubrimientos y complicidades
En el análisis de la familia, todas las pruebas apuntan a Romero. Desde testimonios clave como el de René “Tucho” Torres, hasta escuchas telefónicas, contradicciones en sus declaraciones, registros del teléfono celular y reconstrucciones que refutan su relato, la figura de Romero queda cada vez más comprometida.
Uno de los elementos más impactantes que la familia resalta es la conversación interceptada entre Miguel Segura (jefe de Romero) y Mario López, donde Segura admite el problema que enfrenta por “un chofer pelotudo que ha hecho una cagada”. Para los Cash, esta frase confirma que Segura sabía lo que había sucedido y ayudó a encubrir a su empleado.
La red de encubrimiento también incluyó según la familia testimonios falsos como los de los abogados Cuellar, que afirmaron haber visto a María en la ruta 34. Años más tarde se descubrió que ni siquiera estaban en esa zona. Su testimonio fue funcional a Romero y sirvió para desviar la investigación durante años. ¿Por qué mintieron? ¿Quién les pidió que lo hicieran? La familia apunta directamente al entorno político de General Güemes, liderado en ese momento por la familia Segura.
Las inconsistencias del relato de Romero
Según la familia, las declaraciones de Romero están plagadas de inconsistencias. Primero dice que dejó a María en un lugar, luego en otro, luego cambia el horario. Asegura que no le dio agua, pero su hermano dice que sí. Declara que la chica “tenía mal olor”, pero también que “ni la miró”. Su descripción física de María es inverosímil: recuerda sus botas, pero no su cara. “Es como si quisiera borrar cualquier conexión personal con ella”, analizó Máximo.
La reconstrucción de su trayecto también lo compromete: los horarios no coinciden, hay un período de tiempo que no puede explicar, y el análisis de su celular revela movimientos que contradicen su versión. Además, su retorno a Güemes dura más de una hora extra de lo habitual. ¿Qué hizo en ese tiempo? ¿Dónde estuvo?
La familia también cuestiona la “frenada imposible” que Romero describe para dejarla en un lugar donde según los habitantes del lugar nadie la vio. “El camión no podía frenar ahí. No había más camiones. La versión no se sostiene por ningún lado”, resaltaron.
El miedo del entorno y el silencio
Durante un rastrillaje realizado en 2019, un audio de voz rescatado del celular de Romero muestra a su entorno sumido en el temor: “Romero dice, por favor diosito ¡que no sea! ¡que no sea!”, se escucha en referencia a restos óseos hallados por perros rastreadores. Para la familia, esta reacción evidencia culpa: “Si no tuvieran nada que ver, estarían deseando que aparezca. Pero se “comen las uñas”. ¿Por qué ese miedo, si son inocentes?”.
Apuntan a una segunda persona involucrada
La familia sostiene también que Romero no actuó solo. Las escuchas muestran que hay una red que sabe lo que pasó y que busca protegerlo. La hipótesis de la existencia de un segundo implicado gana fuerza a partir de las conexiones con la Municipalidad de Güemes, los vínculos con funcionarios y las irregularidades en los documentos que intentaron justificar sus movimientos.
Un cierre sin justicia
A 13 años del hecho, la familia de María Cash sigue esperando justicia. El cuerpo de María nunca fue encontrado. Su padre, Federico Cash, murió en 2014, en un accidente mientras la buscaba. Máximo sigue adelante en su nombre.
Hoy, mientras Romero permanece en su casa, los Cash deben soportar lo que consideran un insulto a la memoria de su hermana.
“Romero no es un enfermo. Es un asesino. No se declaró inocente. No ayudó nunca. Y lo premian con comodidad. Mientras nosotros vivimos una pesadilla, él duerme tranquilo en su cama”, finalizó Máximo Cash.
Fuente de la Información: El Tribuno