Una madre reclama celeridad y justicia por la muerte de su hijo
24/03/2022. Noticias sobre Justicia > Noticias de Salta
Orlando Rafael Amaya murió en enero, tras agonizar durante 10 días. Fue hallado golpeado en una habitación de 3x3 m donde se hallaba confinado.
Una desesperada madre reclama a la Justicia local celeridad y eficacia en la investigación que lleva a delante por la muerte de su hijo Orlando Rafael Amaya (39), quien falleció el 5 de enero de 2022 en el hospital San Bernardo. Allí llegó trasladado desde La Merced, poco después de que fuera internado por una grave contusión en su cabeza, además de diversos hematomas producto de malos tratos o de una golpiza.
Ana Isabel Pistán, madre del joven, aseguró a El Tribuno que lleva tres meses esperando una respuesta convincente de la Justicia local, que cuenta ya con diversas pericias y testimonios que apuntarían a que la muerte del joven comerciante no fue accidental, sino dolosa.
Al respecto la mamá dijo que tiene derecho a conocer las verdaderas causas por las que su hijo perdió la vida aclarando: "Si fue violencia de género (SIC) queremos que se actúe en consecuencia, ya que pasa el tiempo y las pruebas y los testimonios se van diluyendo".
Sobre el hecho en sí, la mamá relató -con mucho pesar- las llamativas circunstancias que antecedieron al lamentable final de su hijo. Narró que el 27 de diciembre su hijo y su pareja llegaron a su casa en un remise. "Él (su hijo) ya no podía movilizarse, tenía graves problemas para caminar, estaba herido en la nuca, había sangrado mucho", afirmó Ana Pistán.
"La mujer dijo que se había caído, él no la contradijo. Así lo llevamos al hospital del pueblo en silla de ruedas, donde lo internaron. Luego se agravó y lo derivaron al San Bernardo, donde finalmente murió", siguió. Antes de perder el conocimiento afirma que el joven dijo claramente "me golpearon".
Los resultados de la autopsia demostraron que había sufrido un severo traumatismo de cráneo que le produjo tres hematomas intracraneal. Además, tenía lesiones por golpes en los pulmones, hematomas en uno de sus hombros y la espalda y otras lesiones que fueron registradas por los forenses", dijo la mamá.
En tanto, Ricardo Pistán, primo hermano de la víctima, relató que en la pieza de 3x3 donde lo hallaron, un inquilinato de la localidad de La Merced, la policía encontró diversos blisters de ansiolíticos y manchas de sangre en la almohada y en la pared.
Los vecinos del inquilinato dijeron que su pareja le llevó comida al mediodía y esa misma mujer fue la que supuestamente lo halló herido en horas de la tarde del 27 de diciembre.
El era un hombre joven, tenía 39 años, pero se hallaba allí confinado desde hacía un tiempo. "La pareja le llevaba comida y bebidas alcohólicas, eso está asentado en el expediente y al parecer él ya no tenía control sobre sus bienes y sus fuentes de ingreso", contaron.
De testimonios de los vecinos algunos hablan que el día del hecho al mediodía se escuchó una fuerte discusión entre la víctima y su pareja, golpes en la pared y ruidos similares a cachetadas. El testimonio asegura además que a las 19, aproximadamente, ambos salieron, notando el testigo que Amaya temblaba y le costaba caminar.
Al ser consultado sobre de qué vivía Orlando, su primo dijo que antes que conociera a la mujer que lo halló compraba y vendía automóviles, que había "montado" una "fábrica" de trapos de piso y afines que vendía a hospitales y negocios mayoristas. Luego comenzó a proveer a los mismos clientes de elementos de limpieza.
"Cuando fuimos al lugar donde fue hallado allí solo había dos colchones en el piso, una silla y una mesa de luz, nada más. Nosotros no acusamos a nadie en particular, solo exigimos una investigación seria y conocer la verdad sobre los he chos que lo condujeron a su fi nal", aclararon.
Del bienestar a la miseria
La mamá de Orlando Amaya aseguró que antes que su hijo conociera a la mujer que compartió sus últimos días, el joven disfrutaba de un buen pasar.
Dijo que poco a poco fue vendiendo sus autos y terminó dominado (al parecer) por las bebidas alcohólicas.
“Ellos vivían en mi casa, pero un día ella lo sacó de aquí y lo llevó a alquilar. Donde fue hallado era casi una celda, una piecita de tres metros por tres, donde solo cabían dos colchones tirados en el suelo. Mi hijo ya nada tenía al parecer. Solo hallaron muchas pastillas o drogas ansiolíticas nada de valor”, rememoró.
Fuente de la Información: El Tribuno