Presentan trabajo sobre "el veneno no declarado en el río Pilcomayo"
24/10/2022. Noticias sobre Justicia > Noticias Internacionales
Una investigación confirma la presencia de metales pesados en el Chaco americano.
El cacique Pablo Solís se despierta todos los días frente al segundo río del mundo que más sedimentos arrastra: el Pilcomayo.
Vive en La Puntana, uno de los tanto parajes de la denominada Triple Frontera, entre Argentina, Bolivia y Paraguay.
Los wichis, los weenhayek, los guaraníes y los nivaclés habitan el Gran Chaco Americano desde antes que dividieran su territorio con esos vértices fronterizos, que ni siquiera les ha significado salir del olvido.
El río calma el hambre y la sed de todos los pueblos indígenas y criollos. Lo que no saben es que está envenenado con metales pesados. Se debe decir que las autoridades de los tres países no les avisan.
En la Triple Frontera se detectó la presencia de cadmio, plomo y níquel por encima del máximo permitido por la Organización Mundial de la Salud (OMS). También valores elevados de manganeso que superan el máximo establecido en los tres países, fijado en 100 microgramos por litro (ug/l).
La contaminación por metales pesados fue confirmada con un análisis de agua superficial del río Pilcomayo, realizado por el laboratorio de la Universidad Autónoma Juan Misael Saracho (Usjms) y del Centro de Estudios Regionales para el Desarrollo de Tarija (Cerdet), en Esmeralda Ibibobo y puente Ustares (Bolivia), en mayo del 2022.
El estudio fue realizado a pedido de los medios Acceso Investigativo de Bolivia, Última Hora de Paraguay y El Tribuno de Salta, para esta investigación periodística transnacional.
El equipo de periodistas también analizó una base de datos de más de 760 resultados sobre metales pesados medidos en la cuenca durante 2015, 2016 y 2017 por la Oficina Técnica Nacional de los Ríos Pilcomayo y Bermejo (OTN-PB) en Bolivia, en 2021 por la Secretaría de Recursos Hídricos de la Provincia de Salta-Argentina y el 2022 por el Ministerio de Ambiente de Paraguay.
Los documentos, obtenidos para esta investigación, nunca antes habían salido a la luz, información como esta ha pasado a ser un privilegio de ejecutivos de la Comisión Trinacional para el Desarrollo de la Cuenca del Pilcomayo (CTN) y de las cancillerías de los tres países, quienes la tienen bajo clave.
En Bolivia, los resultados de los niveles que exceden los parámetros máximos permitidos para la salud están destacados en rojo a manera de advertencia. En Paraguay y Argentina sus gobernantes en entrevista para esta investigación dijeron que no hay riesgo, pero tras verificar los documentos bajo ley de acceso a la información, recomiendan en su capítulo conclusivo no beber agua del Pilcomayo.
Los distintos estudios sobre la calidad del agua del Pilcomayo, analizados para esta investigación, muestran los valores de los metales bajo la categoría de "totales" o "disueltos". Este reportaje tomó como referencia los valores totales, que se refieren a todos los elementos presentes en el río, mientras que los disueltos solo muestran los valores en el agua filtrada. Tres especialistas independientes en Bolivia y Paraguay coinciden en que los resultados "totales" son el parámetro más indicado para conocer el nivel de contaminación.
El Pilcomayo tiene la amenaza diaria de más de 28 mil toneladas de desechos mineros que llegan de 45 diques de colas ubicados en la cuenca alta boliviana. Estas se predisponen a viajar por el afluente internacional, unas tendrán el boleto a través de filtraciones, otras vía subterránea, también rebalses o por la rotura de alguna de ellas. Nadie controla si tienen o no licencia ambiental, como sucedió con el dique de Agua Dulce que, luego de derramar más de 13.000 metros cúbicos de tóxicos, recién se conoció que operaba de manera ilegal y precaria. El Ministerio de Medio Ambiente de Bolivia y la Secretaría de Madre Tierra de la Gobernación de Potosí, competentes en el área, no respondieron a las solicitudes de información enviadas para esta investigación, sobre los controles a las empresas en cuestión.
Un mismo patrón para los tres países: subestimar el daño
El poder de la Comisión Trinacional se ha puesto a prueba durante años y ha llegado a estar incluso bajo el ojo de otras autoridades como la Fiscalía Federal de Salta, en Argentina, cuando les solicitó información en 2018 y no les respondieron.
En esa oportunidad, Carlos Martín Amad, titular de ese despacho, debió archivar la causa judicial que buscaba investigar si este río contenía metales pesados o no. La razón estaba más que justificada: una exposición permanente a esos tóxicos repercute negativamente en la salud, según advertencia de médicos especialistas.
Este río, que nace en los Andes bolivianos y se pierde por el Chaco argentino y paraguayo, tiene su extenso cuerpo envenenado. Esta contaminación no ocurrió de la noche a la mañana ni después de la última rotura del dique con desechos mineros registrado en julio pasado en Potosí, Bolivia.
En 2015, 2016 y 2017, en su paso por Villa Montes, el río ya mostraba presencia de plomo, cromo, cadmio, arsénico, níquel y manganeso, con valores de hasta 190 veces por encima de lo aceptado para la salud.
En fechas más recientes, en 2021, en Pozo Hondo y Misión La Paz, ubicados en Paraguay y Argentina, respectivamente, los valores de estos metales registraron hasta 36 veces por arriba de lo permitido por la OMS.
Si en algo coinciden los aparatos comunicaciones de los tres gobiernos es que, por la distancia que hay entre la actividad minera y la zona chaqueña, es casi imposible que este veneno llegue hasta la Triple Frontera.
Sin embargo, un estudio de agua en Villa Montes en 1999 ya revelaba valores de plomo con casi el doble del parámetro máximo aceptado para la salud. Desde entonces se empezó a demostrar con base científica que la distancia podría no ser un impedimento para envenenar el río.
La Contraloría General del Estado de Bolivia, así como su par de Argentina (Auditoría General de la Nación), realizaron auditorías sobre la cuenca del río Pilcomayo en 2016 y 2022, respectivamente. Ambas coinciden en los resultados: hay una deficiente labor de los gobiernos para evitar la degradación de este afluente internacional que puede traer daños irreversibles. La AGN advirtió sobre la "pasiva presencia argentina en la zona del Pilcomayo", según el informe dado a conocer en las primeras semanas de septiembre de 2022.
"Los solutos (minerales) no se evaporan", dice con firmeza Ludmila Pizarro, quien es bióloga de profesión y en 2006 investigó la contaminación minera sobre este río. Con esa experiencia explica que los metales pesados no desaparecen del torrente y naturalmente se arrastran aguas abajo, por lo que, en la llanura chaqueña, donde hay menor volumen de agua y mayor sedimento, los valores de estos tóxicos se elevan, como los encontrados por la UAJMS en la triple frontera, y los medidos por la Secretaría de Recursos Hídricos de Salta, Argentina, en Misión La Paz.
Un trabajo periodístico trasnacional
La investigación periodística trasnacional la realizaron equipos de Bolivia, Paraguay y Argentina. El Tribuno representó a nuestro país en un trabajo que se centró en el punto tripartito. Esta investigación fue realizada por Daniel Rivera, Karina Godoy y Antonio Gaspar, con el apoyo del Consorcio para Apoyar al Periodismo Independiente en la Región (CAPIR), liderado por el Institute for War and Peace Reporting (IWPR).
Fuente de la Información: El Tribuno