Gente seria – Por Daniel Salmoral
02/02/2020. Análisis y Reflexiones > Análisis sobre Salud
«Si seguimos escuchando a los políticos lavarse las manos por las muertes de los chicos wichí, llegaremos a la conclusión que el único culpable es Cristóbal Colón», fue el irónico comentario que un dirigente peronista tartagalense, que tuvo sus a
Su comentario, bien refleja lo que sucede con esta vergonzosa situación sociosanitaria que otra vez ocurre en el norte provincial, que trajo aparejado seis muertes de niños aborígenes por desnutrición y deshidratación y de una mujer parturienta, también de esas comunidades, por falta de atención médica.
Si bien es cierto, el abandono de esos salteños ha sido permanente, en esta ocasión el impacto mediático ha sido más intenso que otras veces, obligando al novel gobernador, Gustavo Sáenz, a apelar una vez más a sus probados dotes de «pedigüeño» ante el gobierno nacional, para que ahora, el gobierno del presidente Alberto Fernández, a través de los ministerios de Desarrollo Social y Defensa, principalmente, llegaran con los recursos humanos, logístico y financieros, en auxilio del incendiado norte argentino.
En efecto, Sáenz, como lo hiciera antes con el gobierno de Mauricio Macri, partió hacia la Casa Rosada y volvió a hacer uso de su capacidad, ahora ante funcionarios kirchneristas, para «manguear» lo necesario a fin de empezar a controlar una situación que estaba desbordada.
Mientras tanto, la indiferencia de Juan Manuel Urtubey, ante el sufrimiento de quienes hasta hace poco eran sus gobernados, le ha merecido un repudio generalizado desde distintos sectores sociales de la provincia.
El ex gobernador y ex candidato presidencial, ajeno a este terrible cuadro, como si en verdad no tuviera responsabilidad alguna, ya se encuentra en España dispuesto a encarar una nueva etapa de su vida esta vez como profesor universitario.
Ni él, ni sus ex funcionarios, ni sus ex socios políticos, han sido capaces de hacer un «mea culpa» y reconocer los errores cometidos por negligencia o por corrupción, sostienen algunos, que le impidieron mejorar, al menos en algún aspecto, las carencias graves que viven estos salteños y argentinos que, en verdad, vienen siendo considerados como ciudadanos de cuarta o quinta categoría.
Ya con el Ejército en el terreno; los bolsones alimentarios ahora disfrazados con otro nombre, más acorde al relato kirchnerista, y con los ministerios de Infraestructura y Desarrollo Social de la provincia actuando a pleno, pero con una Ministra de Salud que todavía no logra hacer pie firme frente a la crisis, la situación, al menos en los últimos días, ha entrado en una tensa calma.
Sin embargo, sólo algunos funcionarios nacionales y provinciales son capaces de reconocer, públicamente, que todo lo que se haga en esta coyuntura sólo servirá para «apagar el incendio», porque las soluciones sustentables todavía están lejos de aparecer.
Los testimonios recogidos durante estos días de quienes han vivenciado en carne propia la realidad de cómo viven y mueren estos pueblos ancestrales, indican que si el asunto no es abordado de manera integral, todo lo que se haga será solamente un paliativo y más temprano que tarde la historia volverá a repetirse.
«Da pena y bronca escuchar a funcionarios nacionales recién llegados a sus cargos, decir que las comunidades tienen que tener huertas para paliar el hambre. Esto muestra que no tienen idea de lo que hablan. Es imposible que hagan huertas porque no tienen tierra, ni herramientas para cultivar ni tampoco agua», afirmó un salteño solidario que hace cinco años llega junto a su familia con donaciones que consigue a pulmón, la comunidad de San Miguel y conoce desde adentro las carencias de quienes viven en estos lugares.
Otro de ellos, un profesional de la salud que vivió más de veinte años entre ellos, dijo que el problema «no es sólo la falta de agua y de salud, sino que hay que empezar por respetarlos, devolverle las tierras que les quitaron y comprender, seriamente, su cultura y sus costumbres».
El tema de las comunidades aborígenes es muy complejo y el Estado debe actuar con todo su poder en resolverlo, de otra manera serán únicamente parches temporales los que se apliquen.
Incertidumbre y angustia
Como si con este problema no bastara, tanto la administración provincial de Gustavo Sáenz como la municipal de Bettina Romero, tienen otra cuestión delicada entre manos: solucionar la cuestión laboral de los ex empleados de la Cooperadora Asistencial y la Panadería Social que como tales, dejaron de existir.
Si bien ambos gobernantes han dicho en reiteradas oportunidades que quienes allí trabajaban no perderán sus puestos de trabajo, lo cierto es que la demora en aparecer de los instrumentos legales que así lo determinen, generan entre ellos incertidumbre y angustia.
«Nosotros (los ex empleados) le creemos tanto al Gobernador como a la Intendenta pero necesitamos ver los decretos que así lo afirmen para poder estar tranquilos», dijo uno de ellos durante una marcha al CCM.
La duda y el temor son razonables, porque saben que si pierden esa fuente laboral les será muy difícil o imposible conseguir otra.
Tampoco Salta, en los doce años que gobernó el ahora profesor universitario sevillano, logró generar fuentes de trabajo genuino en la actividad privada por lo que el empleo público sigue siendo la gran aspiración de los miles de desocupados, jóvenes o no tan jóvenes, que viven esperanzados en no caer en las garras de la desocupación, la pobreza y la indigencia.
«El Estado sigue siendo el gran empleador en la provincia. Afuera de él no hay más que informalidad, explotación y marginalidad», es el certero comentario de un economista de nuestro medio.
Con este panorama, comienza el segundo mes del año y las expectativas de la sociedad toda son que las cosas comiencen a encarrilarse y que los rumores sobre diferencias políticas entre Sáenz y Romero, se alejen definitivamente.
«Lo peor que nos podría pasar a todos los salteños sería que Gustavo y Bettina se peleen. Hace falta que juntos busquen soluciones a los serios quilombos que vivimos en la provincia, sobre todo los más necesitados. Para las elecciones falta una bocha y ya habrá tiempo para las peleas palaciegas. Ahora hay que gobernar y resolver problemas», fue la reflexión de un ex funcionario de la gestión de Hernán Cornejo y que sufrieron, desde el gobierno, lo que fue la lucha con Roberto Romero en lo que pasó a la historia como los tiempos de «los negros con los negros y los cholos con los cholos», que dejó una provincia «inviable», al decir de Roberto Ulloa, que la terminaron sufriendo todos los salteños sin distinción partidaria..
«Los problemas son serios por eso para resolverlos se necesita gente seria», fue lo que sentenció hace muchos años, un célebre político estadounidense cuando le tocó opinar sobre qué se necesitaba para sacar al país adelante luego de la larga guerra de secesión que devastó al país del norte.
Confiando en aquella reflexión, esperemos que quienes hoy gobiernan a los salteños, sean gente seria.
Fuente de la Información: Daniel Salmoral