El terrible caso de una nena indígena dos veces violada
17/12/2025. Noticias sobre Justicia > Noticias de Salta
El viernes se juzgará a un acusado. Otros varios atacantes no fueron identificados. Una asociación de mujeres convocó a una concentración en la Ciudad Judicial de Tartagal para dar apoyo a la familia. No accedió a la ILE y tuvo un aborto espontáneo
El viernes se juzgará a un acusado. Otros varios atacantes no fueron identificados. Una asociación de mujeres convocó a una concentración en la Ciudad Judicial de Tartagal para dar apoyo a la familia. No accedió a la ILE y tuvo un aborto espontáneo
Un mediodía de agosto de 2024, el tío de Ezme (nombre de fantasía para evitar identificar a la víctima), una niña de 12 años, se ofreció a llevarla a comprar pan dado que no había en el negocio local. Con esa treta, la llevó hasta un descampado y la violó. A los 24 o 25 días de septiembre del mismo año, un grupo de varones la atacó nuevamente y la violó. Ella recién pudo hablar luego del segundo ataque sexual, cuando su mamá la vio ensangrentada en el baño.
El caso que tiene procesado a su tío de 19 años, acusado por abuso sexual llega a juicio mañana, en los tribunales de la ciudad de Tartagal. En la violación en banda, la nena sólo logró reconocer a uno de sus atacantes, pero al tener 15 años quedó en libertad. No pudo identificar a los demás, aunque se sabe que todos los agresores pertenecen a la misma comunidad indígena de la que Ezme forma parte.
Frente al inicio del juicio en la Sala II del Tribunal de Juicio de Tartagal, el Foro de Mujeres por la Igualdad de Oportunidades convocó, a las 10 de este viernes, a una manifestación en apoyo de la niña y sus familiares.
La novedad sobre este caso se difundió a solo días de que fuera noticia otra nena indígena de 12 años recién cumplidos que protestó en la Ciudad Judicial de Tartagal en reclamo de que se le permitiera continuar con un embarazo. Luego se supo que esta niña mantenía una relación “consentida” con un joven de 19 años de edad, que ahora está siendo investigado por abuso sexual.
Aterrada en silencio
“Ella no me comentó nada a raíz de que la tenían amenazada con hacerle lo mismo o peor a su hermana de 17 años”, contó a Salta/12 la mamá de Ezme, al desandar el camino que la llevó a enterarse de ambos ataques.
Las amenazas surgieron del grupo que perpetró el segundo ataque. El 24 o 25 de septiembre de 2025 de regreso de la escuela la niña había tomado un camino trazado por las vías del tren para acortar la distancia hasta su casa. Fue cuando reconoció a un adolescente que la agarró y la entregó a un grupo que ella estimó estaba integrado por siete varones. La violaron y a causa de ello quedaron secuelas físicas que aún persisten.
El día de ese ataque “yo me preocupé porque ella debía llegar a las 4.25 (de la tarde) a más tardar”, contó María (nombre ficticio dado a la madre), quien es además docente auxiliar bilingüe de su comunidad. Ese día, los hermanos más chicos de Ezme tenían sus bicicletas arregladas y en ellas se trasladaron a su casa, por eso la nena había hecho el recorrido sola.
María salió a buscar a su hija hasta que la encontró, horas más tarde, en la calle, con unas amigas. Advirtió que la nena tenía un moretón en el cuello y los ojos hinchados. La reprendió por llegar tarde y le pregunto más de una vez si acaso tenía novio.
Pero la niña no hablaba. “No vas a ir a la escuela hasta que hablés”, le dijo. Y Ezme decidió no ir, y siguió sin hablar. La reticencia continuó incluso frente a su padre, que un día no fue a trabajar para intentar que le dijera algo. No lo logró.
“Entraba al baño y no salía más”, contó María al indicar que, advertida por su madre sobre los peligros de las adicciones entre los adolescentes, decidió estar más en alerta.
El 28 de septiembre quedaron las dos solas en la casa. María vio que su hija no estaba en la habitación. “Algo me dijo ‘levantate’. Y me levanté despacito, y como el piso es de arena, vi sus huellas hacia el baño. Fui silenciosamente para que no se diera cuenta. Y cuando levanté la lona, porque el baño tiene plásticos, la vi con sus manitos llenas de sangre”.
“’Decime, hijita, que juntas vamos a salir de esto. ¿Qué te hicieron?, ¿o tenés novio?’, le pregunté, y entonces me dice ‘mamá abusaron de mí…me agarraron entre varios’”. “Fue como un balde de agua fría”, consiguió articular María antes de estallar en llanto durante este relato.
Ya con el consuelo de su mamá Ezme contó que no quería decir nada porque la habían amenazado con hacerle lo mismo a su hermana mayor y sus hermanitos, si los denunciaba.
María contó que hizo la denuncia en la Comisaría del pueblo. Cuando fueron a iniciar este trámite su hija le dijo “entonces, si vas a denunciar esto, también denuncialo al tío Lucio”.
El primer ataque
A mediados de agosto de 2024, cuando María viajó a la ciudad de Salta para vender artesanías, su hija sufrió la primera violación.
Uno de esos días al mediodía, la niña fue a comprar pan a un negocio cercano. Pero no había. “Ella me cuenta que entonces justo ve a su tío Lucio que le dijo que vayan en la moto a comprar el pan” a otra comunidad cercana. Ella, que lo conocía, confió y se subió al vehículo. Pero él hizo un giro repentino y se la llevó a un descampado”, en un área donde solo hay fincas, contó la madre.
Ezme intentó gritar, pero “me dijo que con una mano le tapó la boca y con la otra le bajó el pantalón” y la violó.
Tras ese ataque, María notó que Ezme se mostraba distante de ella y la culpaba por la familia que tenía. “Pero nunca llegué a entender lo que pasaba”, dijo la madre.
“Si me llegan a matar a uno de mis hijos”
El 28 de septiembre de 2024, el día que hicieron la denuncia, María y Ezme llegaron a las 5 del otro día a su casa. A las 10 las buscó una ambulancia para llevarlas al Hospital. “Ahí le dieron una pastilla”(que por el relato se deduce que es la del día después) y le hicieron análisis que se derivaron a Salta. “Y nunca más supe nada”.
Unos dos meses después, Ezme empezó con dolores agudos en la espalda y el vientre. La madre pensó que era un síntoma de la angustia. Hasta que la nena expulsó un coágulo. “Fueron hasta tres coágulos”, detalló la madre.
En el hospital un médico le dijo que no podía determinar de cuántos meses había estado estaba embarazada. “Ni ella, ni yo ni su papá supimos nunca que había estado en ese estado”, afirmó María.
No volvieron al Hospital. Es que, según contó la madre, para asistir al centro médico complejo más cercano tiene que pagar 9 mil pesos por tramo, un coste que excede los recursos de la familia.
María afirmó que vive con temor de que sus hijos sufran agresiones. Ocurrió que día en que no estaba en su casa, dos tíos de Lucio (que a la vez es un primo lejano de ella) fueron hasta su domicilio. “Mi hija (la más grande) los atendió y les dijo ‘qué buscan ustedes con mi mamá, ella no está’. Y después me dijo ‘mamá, temí por vos’”.
“Hice la denuncia sin pasar por la comisión directiva de la comunidad”, contó la madre. Afirmó que este es uno de los requisitos a los que deben someterse integrantes comunitarios que llevan un caso a la administración de justicia. Y efectivamente, desde la comisión le preguntaron por qué no esperó: “les dije que porque esto ya colapsó. Porque si me llegan a matar a uno de mis hijos en mi casa, nadie me lo va a devolver”, respondió la madre.
Fuente de la Información: Página 12