Denuncia revela graves irregularidades en una firma mayorista local
26/05/2025. Noticias sobre Justicia > Noticias de Salta
Una denuncia interna, reservada y estremecedora, llegada a la redacción de Nuevo Diario, revela una serie de prácticas profundamente alarmantes dentro de la cadena comercial de Lácteos del Milagro en Salta.
El testimonio corresponde a una persona que desempeñó funciones laborales en la mencionada firma, quien, con nombre reservado, decidió romper el silencio frente a lo que describe como “una locura” que combina riesgo sanitario, precarización laboral, connivencia con autoridades de control y maltrato humano.
Lácteos “El Milagro” es una empresa dedicada a la venta mayorista y minorista de fiambres, lácteos y comestibles con más de tres décadas de vigencia en la provincia de Salta. Cuentan con cinco sucursales en la ciudad de Salta: en Av. Chile; Av. Reyes Católicos, calle Mendoza, en el mercado de Cofruthos y en Av. Artigas.
“Yo trabajé ahí, y me cansé de todas las irregularidades”, comienza diciendo con la voz entrecortada. “Uno se imagina muchas cosas, pero no te imaginás que se pueda vender comida así”. Lo que sigue es un relato brutal de manipulación indebida de alimentos, condiciones insalubres, trabajo en negro y amenazas.
Comida podrida y reprocesamiento
La denuncia da cuenta de la venta habitual de productos vencidos o contaminados. Harinas, fideos y fiambres son algunos de los alimentos señalados. “Todo lo que venden con bolsitas transparentes es reprocesado. Fideos que se cayeron al piso, que se levantan y se vuelven a vender”. Según el testigo, incluso embutidos parcialmente comidos por roedores son utilizados: “Le cortan el pedazo roído por el ratón y lo usan para hacer picadas”.
La gravedad se extiende al manejo del control de plagas. Si bien menciona que hay una empresa que coloca cebos para roedores, reconoce que el lugar está invadido: “Ya te hacen nidos, madrigueras… En una de las cámaras de frío hay fiambres que fueron comidos por ratones”. El testimonio genera escalofríos y evidencia un desprecio absoluto por la salud pública.
Productos vencidos reciclados
La práctica de “reciclar” alimentos vencidos también es parte del modus operandi: “Se vencieron casi tres pallets de salame. Los limpiaban con agua y jabón, los cortaban en rodajas y los mandaban a vender por partes”, sostiene el trabajador. “Estaban todos podridos, y los fiambres pueden causar enfermedades espantosas. No les importa nada”.
Empleo irregular, menores y amenazas
A esto se suman denuncias de explotación laboral. La persona denunciante asegura que trabajan menores de edad en un depósito “que ni siquiera está habilitado”, ubicado al lado de un taller en zona sur. “No les pagan las horas como corresponde. Las adicionales se pagan en negro, los sábados a la tarde no se pagan al 100% como dice la ley”.
Detrás del maltrato, hay amenazas veladas y castigos: “Te sacan beneficios si no trabajás en feriados.
A mí me sacaron cosas porque no quería trabajar esos días. Es discriminación laboral”, asegura.
También denuncia que quienes están en línea de caja y reposición trabajan horas extras sin la remuneración correspondiente, en jornadas extenuantes que no se respetan ni en fines de semana.
Encubrimientos y coimas
En este testimonio se incluyen también acusaciones directas hacia autoridades de control y fiscalización, como Bromatología: “Van una vez al mes y nada pasa”, sugiriendo además un supuesto esquema de coimas que permitiría el funcionamiento impune de los locales pese a las irregularidades sanitarias y legales permanentes. “Pedimos inspecciones, pero todo se maneja con un sobrecito bajo el poncho y queda todo calladito”, remarcó. El ex trabajador afirmó “compañeros vinculados al sindicato de comercio han solicitado controles, sin ningún efecto”.
Un llamado desde adentro
El dueño de la firma sería un hombre llamado Edmundo Vogler, aunque el manejo operativo estaría a cargo de “dos venezolanos, pareja entre sí”, María Chaparro y Pedro Aveldaño quienes ocupan roles clave en la gestión comercial y recursos humanos respectivamente. “No tienen idea de lo que hacen. Te amenazan, te tratan mal, y manejan todo con negligencia”.
El testimonio de esta persona, cargada de impotencia, no sólo busca alertar como empleado, sino también como consumidor: “Mi hija va a la escuela y puede comprarse un sándwich de fiambre vencido creyendo que es un producto confiable. Es una locura”. Agrega: “El Milagro es una marca recontra conocida. Y lo peor es que quizás los propios dueños ni siquiera sepan todo lo que pasa”.
“Esto no puede seguir así”
La denuncia remata con un pedido de justicia y visibilidad. “Quiero que esto salga. Hay demasiada impunidad. Hay que poner en alerta también a los consumidores, porque no sabemos qué pasa con el resto de las cadenas alimentarias”, concluye.
Este testimonio expone una realidad que interpela no sólo a los organismos de control y a la empresa, sino también al derecho de la ciudadanía a consumir alimentos seguros. En situaciones como esta, la salud pública queda comprometida y el consumidor queda desprotegido frente a un sistema opaco que falla en su deber de garantizar inocuidad alimentaria. La existencia de mecanismos de coima y encubrimiento en los controles bromatológicos no solo vulnera normativas vigentes, sino que configura una amenaza directa a los derechos más básicos de la población.
La falta de transparencia en las inspecciones y la ausencia de sanciones reales, según deja expresa la denuncia realizada a este medio deja a miles de personas expuestas a consumir productos en mal estado sin saberlo.
En este contexto, resulta urgente exigir una revisión exhaustiva del funcionamiento de las áreas de control sanitario del Estado, junto con canales seguros para denuncias y una efectiva fiscalización del cumplimiento de las normas. El derecho a la alimentación segura y de calidad no puede seguir dependiendo de decisiones empresariales irresponsables ni de controles corruptos. La vida y la salud de los salteños están en juego.
Fuente de la Información: Nuevo Diario