A 15 años del crimen de Rosana Alderete y sus hijos, el Estado no asumió su culpa
31/08/2019. Noticias sobre Justicia > Noticias de Salta
Un 28 de agosto de 2004 Alberto Yapura ingresó a la casa donde vivían su mujer y tres hijos, con un chillo los atacó despiadadamente, Vanina la mayor de las niñas fue la única sobreviviente.
“Era una noche fría, con aire de soledad, quizás la luna ya anticipaba lo que iba a pasar. Quizás era solo el temor con el que yo ya vivía, quizás era algo que inevitablemente pasaría”, escribió Vanina Alderete, el 28 de agosto de 2014 única sobreviviente de la masacre que cometió su padre Alberto Ypura en 2004, cuando entró en la casa familiar en la zona norte de la ciudad y con un cuchillo y acabó con la vida de Rosana, Nahuel y Noelia.
La joven tras once años de litigio representada por el abogado Oscar Rubén Juárez, logró comprobar la responsabilidad del Estado Provincial en la muerte de su madre y hermanos, víctimas de violencia familiar y de género, a pesar de que había radicado cinco denuncias previas al ataque.
“Con el temor de siempre volvíamos a casa, con el temor de la noche que nos abrazaba, quién no teme caminar en una inmensa oscuridad lleno de angustia y soledad. El hecho era que esa sería nuestra última noche, aquella noche en la cual mi vida se terminaría para siempre. Al entrar en la casa, no había más que oscuridad, era lo habitual, todos nos despedimos sin saber que nunca más, nunca más volveríamos a despertar, sin saber que aquella noche seria el final”.
Vanina fue la única sobreviviente a un ataque sin precedentes, acobijada por sus abuelos y tíos quien era una niña de sólo doce años se convirtió en mujer sin dejar de luchar por sus derechos. La pérdida irreparable no le impidió reconstruirse con lo que quedó y logró formar su familia, hace dos años se casó y sigue en la conquista de sus sueños.
“Para reclamar sus derechos no estuvo rompiendo casas, cortando calles ni dañando la propiedad ajena; todo lo contrario tomó el camino de la justicia y hablamos de una justicia que la desamparó durante once años pero aun así siguió un camino institucional”, cuenta su abogado.
“Me desperté cuando escuche el golpe en la pared, y los vi, una pelea más pensé pero ya no era igual, sus ojos eran de fuego y con su mirar diabólico me paralizó.Nunca pensé que el hombre que nos dio la vida también las terminaría sin una gota de dolor. Empezó, uno por uno fue, trate de detenerlo, pero solo logre enfurecerlo más. Estaba cegado por los celos. Cuando la escuche gritar ya no podía hacer nada, ya estaba acabada, mi madre muerta, y mi hermana a punto de morir. Lo vi desde el suelo donde yacía mi vida, mi cuerpo, además de verme envuelta en sangre, me vi envuelta en soledad”.
El hombre condenado a prisión perpetua y Vanina huérfana de madre, se convirtió en la protagonista de un caso sin precedentes, hoy estudiado por distintas universidades según contó a InformateSalta su abogado. “Desde lo humano he visto la tragedia, pero ella y su familia actuaron estoicamente, aguantaron de pie, nunca se arrodillaron ante nadie, solo ante sus creencias y el Estado no pudo doblegar su voluntad”.
“Jamás me imagine que podría llegar a ver eso, ni en las más espantosas películas de asesinos había visto algo igual, mucha sangre, mucha sangre y frialdad. Tanta era, que hasta destrozaste con un puñal lo más sagrado que te pudieron dar, por celos estúpidos o por enfermedad quizás. Destruiste lo que para mí era todo y para vos nada,porque si hubiésemos significado algo en tu vida, otro hubiese sido el final”.
En el duro relato que quedó plasmado en su cuenta de Facebook, acompañada de una foto junto a sus hermanos siguió: “Me quitaste el alma, me la sacaste sin piedad, a ella, a ella la destrozaste, no le diste lugar, te pidió por favor y solo la heriste más, a él le cortaste el cuello, y no tuvo siquiera oportunidad, murió en ese instante, en ese instante se liberó de este pesar. A ella, tu esposa la que juraste amar, la martirizaste de tal manera que nunca nadie te lo va a perdonar”.
La sentencia fijó un precedente para que la justicia haya implementado y ejecutado la creación de Juzgados específicos y oficinas de violencia, pero para el abogado no fueron más que la creación de puestos de trabajo. “Bajo el nombre de esta chica se crearon observatorios y la provincia es la tercera a nivel nacional en ocupar los altos índices en casos de violencia familiar y de género”.
“Cuando salió de la casa y se fue, me levanté, tome el cuchillo y lo solté, quizás no era hora de acabar con él. Salí de la casa desgarrada hasta la punta de los pies y al llegar al umbral me desmayé. Luego de unos segundos lo vi entrar y cerrar la puerta, tomo el cuchillo y lo pasó en su cuello, pero solo fue una lesión que no acabaría con su vida como lo había hecho ya con la nuestra. Cerré los ojos, había demasiado ruido y gritos, no entendía nada, muchas voces gritaban, lloraban, yo no podía hablar, la voz se me escapaba por el cuello”.
“Cuando me desperté una cruel verdad esperaba por mí, vinieron hacia mí, me tomaron de la mano y muy suavemente susurraron, ellos se han ido. Al oír estas palabras no lo pude resistir, comencé a gritar y a llorar, jamás en la vida había sentido tanta amargura y soledad. El dolor era inmenso, tan grande que nadie nunca lo podrá soportar. El dolor aún persiste, crece y es difícil de manejar y hoy después de diez años, duele mucho más”, relató la joven en 2014.
La realidad no ha cambiado al cumplirse 15 años del fatídico hecho que sacó a la luz la ausencia e indiferencia del Estado con una familia que advirtió el calvario que Rosana y sus hijos estaban viviendo, sólo quedaron en la comisaría las denuncias que radicó por golpes y violencia.
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