El Viaje Eterno
08/02/2021. Rincón Literario > Poesía
Por Joaquin Castellanos
Como la fuente de los grandes ríos
La cuna está del pensamiento humano
En los bosques sombrios;
El tambien vá á perderse en otro Océano,
Es un rio tambien ancho y profundo
Que ora apacible se desliza y lento,
Ora se precipita turbulento
Como un mar desbordado sobre el mundo!
Es el rio inmortal de las ideas,
Que por el cauce inmenso de la vida
Corre á desembocar al infinito,
Y con el limo universal que encierra
Pasa á través de arenas y de hielos,
Fecundando la tierra
Y reflejando en su cristal los Cielos!
Habitador del bosque primitivo,
Fiera errante en la lóbrega espesura,
El hombre en la Natura
Antes de ser su rey, fué su cautivo;
Cautivo de los ciegos elementos,
Siervo infeliz de la materia bruta,
Su vida es una presa que la muerte
Al infortunio sin cesar disputa!
Con misterioso anhelo;
En su cerebro apenas aletea,
Sin fuerza aun para tender el vuelo,
El ave de la idea!
No tiene patria aun, hogar, ni calma,
Y apenas si en sus sendas escabrosas
Lo guia un vago instinto de las cosas
Especie de crepúsculo del alma!
Crepúsculo que anuncia!
El dia para el mundo del espíritu,
Vaga y confusa irradiacion de un astro
Que allá en su oriente misterioso espera
Un mandato de Dios para lanzarse
A iluminar la esfera!
Alborada indecisa que precede
Con vagos arreboles
Al sol del pensamiento,
Rey invisible de los otros soles!
Como una jóven madre cuando siente
El fruto de su amor dentro su seno,
Así la tierra toda
Se estremece con júbilo sagrado,
Y hasta el cielo sonrie alborozadol
Con la sonrisa del azul sereno!
Ya tiembla la montaña amenazada;
Por un audaz dominador de cumbres;
Ya siente casi hollada
La nieve vírgen de su intacta cima
Oyendo á la distancia en la espesura
Los pasos de un titan que se aproxima,
Con firme intento de escalar la altura!
De aquel mísero ser abandonado,
Que cruzaba el desierto desvalido,
Qué luz sobre su frente ha descendido?
¿Qué diadema inmortal le ha coronado?
¿Porqué las selvas vírjenes y hermosas
Inclinan su ramaje
Y ante su planta deshojando rosas
Le rinden homenaje,
Y le ofrecen los árboles sus flores,
Las flores sus perfumes mas suaves
Los campos sus vistosos atavios,
Su mas sonoro cántico las aves,
Y su mas blando murmurar los rios?
Es que ya lanza el fuerte Prometeo
Su grito audaz de rebelion y guerra,
Henchido de recónditos anhelos;
Ya se apercibe un hijo de la tierra
Para el rapto del fuego de los cielos!
Es que el ave de luz, que en otros dias,
En el cerebro de la bestia humana,
Dormitaba sin voz y sin aliento,
Ha batido con ímpetu sus alas
Pronta á lanzarse á desafiar el viento!
El huésped peregrino de las selvas,
Huérfano morador de la espesura,
Oye en el aire estrañas armonías,
Misteriosos llamadode la altura!
Sale de su guarida, avista el llano,
Y el rayo en s u mirada centellea!
I Es que ha brotado la primer idea!
Es que ha nacido el pensamiento humano!
Es que con pasmo siente,
Que de su sér entre el caos profundo,
Ya se elabora en aparente calma
El misterioso génesis del alma
Mas sublime que el génesis del mundo!
Salvaje aún, soberbio ya se muestra,
Y al ir del monte por la agreste falda;
Suena el carcaj de flechas á su espalda,
Y el arco de Nemrod vibra en su diestra!
Vencedor de las fieras en el bosque,
Cuando regresa en busca de sosiego
Con los despojos de la res herida,
¿Quien ha encendido fuego;
Al umbral de su rústica guarida?
¿Quien le sale al encuentro á su llegada?;
¿Quien lo espera de júbilo sonriente
Con guirnaldas de flores en la frente
Y caricias de amor en la mirada?
¿Quien? La mujer, su eterna compañera,
La que su rostro sudoroso enjuga,
La que con llanto sus heridas lava,
La que en hechizos y en ternura hermosa,
Entonces era la sumisa esclava
Para mas tarde ser la noble esposa
Y la madre bendita,
Y la madre fecunda, en cuyo seno
La venidera humanidad palpita!
Magnético poder, fuerza jigante
Latir hacía á la creacion entera;
Y la tierra en su infancia
Bajo un cálido sol de primavera
Tibia exhalaba matinal fragancia!
El mundo ébrio de gozo,
Se estremeció en presencia del sagrado
Misterio del amor; la exuberante
Virjen naturaleza primitiva
Sintió arder y ajitarse en ese instante
Todo el torrente de su sávia viva!
Vencida por la májia de un influjo
Desconocido y de un placer sin nombre
Pródiga desplegó todo su lujo
Para las bodas de su rey; el hombre!
En la hora feliz de sus amores
Brindóle allí en las selvas tropicales
Un tálamo de céspedes y flores!
Por antorchas nupciales
Le dió los astros vívidos que alumbran
Las noches de los climas orientales!
Cuando dos séres por su bien perdieron
Esa inocencia estúpida, esa calma
Estéril de la bestia;
Allá en la vasta soledad sintieron
Con la del cuerpo, la atraccion del alma!
Cuando al rumor del agua cadencioso,
Y á los vagos murmullos del ramaje
Mezcló su éco armonioso
El verbo humano en un eden salvaje,
La voz de la palabra modulada
Reveló al mundo incógnitas delicias,
La selva oscura se pobló de encantos;
El aura fresca suspiró caricias,
Y aprendieron las aves nuevos cantos!
Suspiros de pasión, vagos acentos,
Voces por vez primera articuladas,
Notas nunca escuchadas
Volaron sobre el ala de los vientos:
Y á la vista de Dios en los desiertos;
Sintiendo en noche cálida y hermosa
El impulso de un éxtasis sin nombre
Unos lábios de rosa
Con sus lábios de fuego tocó el hombre!
Los deleites del cielo:
Gustó la tierra por la vez primera;
Los campos florecieron de improviso;
De ese ósculo brotó la primavera;
Donde nació el amor, fué el paraíso!
Así su vida en trabajosa senda
Del aislamiento á la familia pasa
Forma la tribu en fin y alza la tienda
Ese rústico esbozo de la casa!
Con el cuerpo robusto ya cubierto
Por la piel de una fiera
Doma al bruto y se lanza á la carrera
Por el ámbito inmenso del desierto!
Y el desierto le atrae y habla á su mente;
Con la voz de la roncas tempestades,
Y allí su alma confundir se siente
Al alma de las vastas soledades!
Allí en sus obras Dios se le revela,
Y su infinita majestad admira;
No en la biblias humanas
Donde la imagen del Creador se vela
Con celajes de fábula y mentira
Que empequeñecen su inmortal grandeza
Sino en tu libro eterno
iOh, santa y colosal naturaleza!
Poeta y sacerdote de lo creado
Mezclaba el hombre en los primeros dias,
El himno y la plegaria!
Del mundo á las primeras armonías!
Sus holocaustos ofreció en el templo
Grandioso de las selvas seculares,
A la luz de los ámplios horizontes,
Sirviéndole de altares
La enhiesta cima de los altos montes
Como fuente en su oríjen, clara y pura,
El alma huma vírjen todavía,
Llena de fuerza y de candor vivía
En contacto filial con la natura
Y en relacion con Dios. Era su culto
El culto espiritual de los que oraban
Al aire libre en el espacio abierto;
Sencilla religión que profesaban
Los antiguos patriarcas del desierto!
Aún las nubes del error no eclipsan
Al sol del pensamiento,
Ni absurdos dogmas la razón empañan
Como al limpio cristal impuro aliento!
No habia aún los falsos sacerdotes
Que la conciencia oprimen,
Que dando formas de virtud al vicio
De Dios invocan el sagrado nombre!
Y bendicen el crímen,
Entónces aún no habia
Intermediarios entre Dios y el hombre!
El pensamiento humano
Va siempre en busca de un ideal divino;
Tiene la vasta inmensidad por rumbo,
La tierra por camino!
Es una tempestad de tempestades,
Donde se agitan férvidos anhelos,
Y su vida á través de las edades
Una ascensión sin término á los cielos!
Lanzado á la conquista del espacio
Su marcha en las naciones
Es primavera fúlgida de gloria,
Su triste alejamiento es un invierno
Moral. Los grandes hechos de su historia,
Son las jornadas de su viaje eterno!
La India con sus espléndidas llanuras
Y sus altas cadenas de montañas
De colosal vegetacion cubiertas,
Turbando el polvo de las razas muertas
Lo sintió circular por sus entrañas!
Buscando un nuevo y apartado asilo
Se lanza hácia el Egipto misterioso,
Páramo inmenso que fecunda el Nilo!
Vasto oásis, isla de verdura,
Que sobre el mar de arenas del desierto;
A los rayos del sol duerme cubierto
Con la pompa oriental de su hermosura!
Dejó su nombre escrito
Allí con portentosos monumentos!
Esfinges y obeliscos de granito
Cuyos rotos fragmentos,
Despojos del naufrajio de una raza
En el inquieto mar de las edades,
En tristes y calladas soledades,
De arenas sobre estériles colinas,
Parecen hoy cubiertos por la yedra,
Que del mudo poema de las ruinas;
Son colosales pájinas de piedra!
Solo quedan de pié como guardianes
Del tiempo en esos anchos horizontes,
En altos conos que parecen montes
De apagados volcanes!
Las sombrias pirámides
Que la grandeza humana y la existencia
De las razas que han muerto,
Proclaman en presencia
De la grandeza eterna del desierto!
Hijo de las rejiones de la aurora
Siempre con rumbo al Occidente avanza,
Y de la sombra en direccion se lanza
Para ahuyentar la noche aterradora
Cual otro sol que como el sol camina
Del Oriente al Ocaso, (1)
Y detuvo su marcha peregrina;
Cuando de Grecia en la region divina
Una patria feliz halló á su paso!
Dejando en ella espléndidos vestijios,
Y haciendo de sus obras monumentos,
En cada esfuerzo realizó prodigios
Y á cada idea ejecutó portentos!
En una lengua por el arte amada
De dulce ritmo y celestiales voces,
A cantar destinada
La gloria de los héroes y los dioses,
Inspira en melodioso balbuceo,
De su existencia en el primer periodo,
La Teogonía mística de Hesiodo
Y los sagrados cánticos de Orfeo!
Despues levanta a su zenit glorioso
Al astro Inteligencia,
Y una inmortal constelacion de génios
Del Arte y de la Ciencia
El firmamento expléndido corona
Cuando en pasmoso y acabado estilo
Canta en Homero, en Píndaro y Esquilo
Y en Platón y Aristóteles razona,
Con el Homero del cincel, con Fidias
El gigantesco Partenon eleva,
Esa Iliada de mármol,
Y álas inquietas turbas populares
Con la voz de Demóstenes subleva
Como subleva el huracán los mares!
Enamorado de ese suelo hermoso
Donde la eterna Venus palpitaba,
De ese su lo que Flora embellecia
Y Céres fecundaba,
El errante viajero de los siglos
Deslumbrado por májicos colores,
Entre embriagueces lánguidas yacía
Aprisionado por la red de flores
Que el genio de la Fábula tejía!
En dulce adoracion de la belleza,
La verdad descuidaba,
Que es de su ruta el anhelado estremo,
Y en su culto á la gran Naturaleza.
Ciego olvidaba al Hacedor Supremo!
Hasta que en medio á las alegres voces
Sócrates hizo oír su voz severa,
A cuyo acento retembló en la esfera
El viejo Olimpo y sus caducos dioses!
Es que las nubes del error ya eclipsan
Al sol del pensamiento,
Y absurdos la razón empaña
Como al limpio cristal impuro aliento;
Había ya los falsos sacerdotes
Que la conciencia oprime,
Que dando formas de virtud al vicio
De Dios invocan el sagrado nombre
Y bendicen el crimen;
Es que entónces ya habia
Intermediarios entre Dios y el hombre!
Ellos, los que al filósofo de Atenas
Dieron la copa de cicuta; ellos
Que en su arrogancia vana
Creen que se mata la conciencia humana
Porque un campeon en su defensa muera,
Ellos darán mañana
La cruz á Cristo y a Juan Hus la hoguera!
La marcha del espiritu en los tiempos
Es como una Odisea de la historia
Ulises es el símbolo, el emblema
De sus rudos contrastes y su gloria!
El pensamiento humano,
Que abate tronos como el héroe griego
Y se alza vencedor entre ruinas
Hollando sangre y destruccion y fuego,
Tambien por las borrascas combatido,
Náufrago á veces se le mira errante
Vagar por entre escollos, perseguido
De enemigas deidades;
¡Rey destronado que de zona en zona
Navega por el mar de las edades
En busca de su patria y su corona!
Despues se lanza á otra feliz ribera,
Y en pos de Grecia, la nacion artista,
Levanta a Roma, la nacion guerrera
Destinada del orbe á la conquista.
Su trono asienta en el verjel latino
Que el Tíber baña en abundante riego,
Allí donde alza al éter cristalino
Su cúpula de nieve el Apenino
Y el Vesubio su cúpula de fuego!
Como la diosa Palas, ese pueblo
Nació armado a la vida
Para arrojarse con ardor fecundo
A la ciclópea lucha sostenida
Durante doce siglos contra el mundo!
Probando contra Aníbal su constancia
Se alzó mas grande al borde del abismo
Y en la Iberia domó con su heroismo
El épico heroismo de Numancia!
Estendiendo hácia el África abrasada!
Su cuerpo jiganteo
Fué en sus brazos Cartago sofocada
Como en los brazos de Hércules, Anteo!
En tanto que la gloria conducia
Sus vencedoras águilas; en tanto,
Que de sus armas el fragor hacía
Trémulo el orbe enmudecer de espanto;
Miéntras de la señora de los pueblos,
Sobre la regia frente, que de Marte
Los rayos coronaban,
Sus vates con amor entrelazaban
Al guerrero laurel, flores del arte!
Mientras hacian resonar el viento
De la epopeya con la nota grave,
Con el lírico acento
De la oda entusiasta y la suave
Cadencia del idilio
En deliciosos sáficos, Horacio,
Y en sublimes exámetros, Virgilio,
Roma se apoderaba del espacio!
Pero el espacio hambriento que devora
Lo que en sus negros ámbitos se abisma,
La hunde agobiada bajo el peso enorme
De su grandeza misma!
En vano por instantes se incorpora,
En vano asirse á la estension desea;
Vacila y cae, y la estension la absorbe,
Haciendo en pavoroso desconcierto
Despertar á las razas del desierto
Y en su ancha base estremecer al orbe!
Así volcado en rápido hundimiento
Cae el mundo romano
Como vieja montaña desquiciada;
Pero se salva el pensamiento humano!
Porque su vago y misterioso efluvio
Flota sobre los grandes cataclismos,
Como en las vastas aguas del diluvio
Sobrenadaba el Arca en los abismos!
Y viendo entonces por doquier rüina
Fué del sagrado Gólgota á la cumbre
Buscando un foco en que avivar la lumbre,
Con que el orbe ilumina.
Ya en posesion de la verdad divina
Sale al encuentro de esas nuevas razas
Hijas de una region desconocida
Que vomita el desierto,
Y hallando el mundo a su espansion abierto
En busca de la luz van á la vida!
Sale á su encuentro y las detiene, y hace
Cuando la enseña de la cruz levanta,
Que se arrodillen con fervor profundo,
Ellas, á cuya planta
Se arrodillara con temor el mundo!
Despues las alza con la frente ungida
Por el bautismo de la nueva idea,
Y entre el caos de los feudales tiempos
Donde la edad moderna se elabora
Sobre la noche universal pasea
El alma de Jesús como una aurora!
Siglos y siglos se escuchó en la tierra
El hurrah de las razas vencedoras
Que en el futuro su poder distingue
Mezclado al largo, incógnito y perdido
Sollozo de las razas que se estinguen
Rodando hácia el silencio y el olvido!
Dios preside en el alto firmamento,
Y preside el espíritu en la tierra
De una inmutable ley al cumplimiento,
Ley que el progreso universal encierra
Y hace que en pos de cien transformaciones
Se conviertan, dejando eternos rastros,
Las nebulosas pálidas en astros,
Y las razas errantes en naciones!
Nacen y mueren pueblos en la Italia;
Los Francos herederos de su gloria
Celebran el festin de la victoria
Sobre la tumba de la antigua Galia!
De la que solo queda entre rüinas
Cubiertas por el manto de la yedra,
Las sombras de las druídicas encinas
Sobre las grandes dólmenes de piedra.
La abrupta cima de las altas rocas
Teniendo por asiento,
Y dominando en torno la campiña,
Se alzaban el castillo y el convento
Como nidos de aves de rapiña!
Del pueblo se hacen el sangriento azote
Cuando instituyen como santo fuero,
La servidumbre física, el guerrero,
La esclavitud moral, el sacerdote!
Dos poderes al mundo esclavizaban
Dictándole sus leyes:
Los reyes á los pueblos dominaban
Los papas á los pueblos y á los reyes!
La injusta guerra por doquier ardia,
El pueblo soportaba los horrores
Y obediente la Europa a sus señores
Oraba y combatía!
La Iglesia omnipotente
Alzando aquí un cadalso, allí una hoguera
Tiraniza el espíritu, le oprime
Y castiga con bárbaro escarmiento
El delito sublime
De pensar en su propio pensamiento!
La noble España, émula de Roma,
La que á la sombra del pendon guerrero
Dando á las artes venturoso asilo,
Tuvo en Cervantes un rival de Homero
Y en el gran Calderon un nuevo Esquilo,
La nacion que abarcando
Mayor espacio en la terrestre esfera
Hizo retroceder los horizontes;
Pueblo que en medio de los pueblos era
Lo que el monte Himalaya entre los montes!
Volcánico cometa que á su paso
Dejó un reguero fúlgido en la historia
Y fué á caer en silencioso ocaso
Desde el zenit del cielo de la gloria!
Es que en hondo sopor aletargado,
Fué al peso agobiador del fanatismo;
Coloso que rodó despedazado
Con pavoroso estrépito al abismo.
Desmintiendo su voz con sus ejemplos,
El clero oraba hipócrita de dia,
Y de noche, á espaldas de los templos,
En bacanales lúbricas reia!
Reia; en tanto el pueblo,
La inmensa masa anónima que vive;
Entre la pena de infortunios viejos
Y la congoja súbita que asombra,
Sollozaba allá léjos,
En las profundidades de la sombra!
¡El pueblo, eterno mártir olvidado,
Que espirante en la tienda de campaña
En el taller hambriento y fatigado,
Y hambriento y desvalido en la cabaña,
Exhala su lamento,
Ese largo gemido sin respuesta
Que los monarcas en su alegre fiesta
No saben donde se lo lleva el viento!
Aunque caen silenciosas,
Las lágrimas del pueblo no se pierden!
Son riego de simientes misteriosas!
Los hondos, tristes y llorosos ayes
Que lanzan las dolientes multitudes,
Como el vapor que brota de los valles
Del trópico en las altas latitudes,
Primero es una masa que invisible
Se estiende, y luego se condensa y sube
Hasta formar la nube,
En donde el rayo estallará terrible!
Hierve la tempestad en los abismos
Haciendo que un rumor profundo y grave,
Retumbe sordo y pavoroso ruede
Del globo en las entrañas silenciosas;
Es la inquietud inmensa que precede
Al cumplimiento de las grandes cosas!
Por el cáncer del vicio corroida,
La Iglesia vacilaba en desconcierto
De Jesús con la túnica arropada;
Era un cadáver fétido cubierto
Con un manto de púrpura sagrada!
El grande, el inmortal Savonarola
Sacerdote y tribuno,
Apóstol de la ley del evangelio
Y el noble pensador Giordano Bruno,
Mártir del evangelio de la ciencia,
En la hoguera espiraron
Para los redentores encendida
Porque con mano intrépida arrancaron
Algo del velo de esa fé mentida;
Hasta que ardiendo en entusiasmo santo
Lutero apareció como un mesías,
Y en medio al estupor de las naciones
Hizo pedazos ese impuro manto
Y la tierra barrió con sus girones!
Ese hondo tabernácculo de vicios
Así del todo abierto,
Así desnudo el ídolo del todo,
Mostró á la Europa atónita lo que era
La Iglesia: brillo y esplendor por fuera;
Por dentro, sangre y podredumbre y lodo!
Lutero, este Jesús del Occidente
Que restituye al hombre la conciencia
Y Gutemberg, cuyo sublime génio,
Presta á la inteligencia
Las álas fulgurantes del relámpago,
Socavan el cimiento
Del Vaticano y con pujanza altiva,
Ponen en libertad al pensamiento
Como se suelta un águila cautiva!
Cuando el humano espíritu alborea
Después de largo eclipse,
Los primeros fulgores de la idea
Del génio brillan en la excelsa frente,
Como al alzarse el sol en el Oriente
Lo que primero dora, son las cumbres!
Los génios son los grandes emisarios
Que Dios al mundo envía,
Los que alzando sus índices jigantes
Del progreso y la luz muestran la vía!
Galileo y Colon con noble audacia,
Y con el torpe fanatismo en guerra
Hallaron como premio á sus anhelos,
El uno nuevos mundos en la tierra
El otro nuevos astros en el cielo!
El hombre un tiempo en su soberbia dijo:
“Los cielos y la tierra
Se han hecho para mí; yo soy el hijo
Predilecto de Dios; yo soy su imájen!
La mansion de mi vida
Alumbra el sol desde el inmenso espacio
Como perenne lámpara encendida
En la bóveda inmensa de un palacio!
Prendiendo el manto azul del firmamento
Con diamantinos broches,
Los ángeles suspenden las estrellas
Para que en el misterio de las noches
Mi vista ociosa se deleite en ellas!
¡Sueños de vanidad! Con mente osada
Copérnico adivina el movimiento
De la gigante máquina del mundo,
Y vé la triste humanidad inquieta
El puesto humilde que en los cielos tiene
Nuestro pobre planeta;
Y débil humillada
Siente el hondo pesar del que despierta
Bajo el duro rigor de áspero dueño
Y en profundo abandono,
Despues de creerse en la ilusion de un sueño
De pié en el alto pedestal de un trono!
Mirando todo bajo un plan diverso
Al que su necia presuncion forjara,
La vasta inmensidad del universo
Con su humillante pequeñez compara;
Pero Kepler se espande
En portentosos cálculos, mostrando
Que en esa pequeñez hay algo grande,
Puesto que él desde el polvo de la tierra,
Mísera habitacion de los mortales,
Atomo leve en la estension perdido,
Se eleva á los espacios siderales
En álas de su espíritu atrevido;
En frente allí de la creacion inmensa
Rásgase ante él de la verdad el manto,
Tiene sublimes éxtasis; y piensa
Pensamientos de Dios!
Mas ay! en tanto
Que audaz el genio humano
De la tierra exploraba el hondo abismo
Y audaz por los espacios discurria,
La esencia de su ser desconocia,
Se ignoraba á sí mismo!
Pero Descartes penetró del alma
En el mundo invisible, cuyo imperio
Estaba como un bosque primitivo
Poblado de tinieblas y misterio!
Al entrar derribó viejos errores
Y abrió nuevos senderos,
Como el valiente leñador que avanza
Y se interna en la lóbrega espesura,
Los troncos bate e árboles antiguos
Y abre camino en una selva oscura!
Haley, ese profeta de la ciencia,
Sublime indagador del infinito,
Con quien tuvo su espíritu jigante
Largas horas de muda confidencia,
Dice al cometa errante:
“Tal dia brillarás en nuestro cielo”,
Pasa un siglo, y á la hora prefijada
Un nuevo astro con triunfante vuelo
Se presenta en la bóveda azulada!
Franklin la mira en dias de tormenta,
Pero su mente á las alturas sube
Y en el aire estendiendo
El brazo de metal del pararayo
Roba su chispa eléctrica á la nube!
¡Franklin ya tiene en su poder el rayo,
El arma de los dioses!
Y al valeroso Washington la entrega
Cuando en su patria llega
De la esperada libertad la hora,
Para que sea en sus robustas manos
La espada redentora
Con que arrebate el cetro á los tiranos!
¡Instantes de suprema espectativa!
Oscura nube espesa,
Fatídica se cierne en los espacios
Y en tanto en la mansion de los palacios
Nunca el rumor de los festines cesa!
El vicio entre la púrpura se engríe,
Algo en el seno de las sombras lucha;
La voz de los filósofos se escucha,
El pueblo lee y medita; Voltaire ríe!
El horizonte lóbrego y profundo
Fulgura al brillo de lejanas teas;
La atmósfera es de fuego, las ideas
Cruzan como relámpagos el mundo!
Armado avanza el pensamiento humano
Sin que nada en su senda lo desvie
Por grados la contienda recrudece,
Rousseau los corazones enardece
Diderot argumenta y Voltaire ríe!
Y en esa risa irónica y potente
Hay un vago estertor de multitudes,
Un rumor sordo de cadenas rotas
Que hace temblar la mitra y la diadema;
Esa risa sublime tiene notas
De burla, de sollozo y de anatema!
La descreida humanidad se hundia
En torpe y sibarítico marasmo;
Ya no la conmovía
La virtud, ni la fé, ni el entusiasmo;
Fué entonces que Voltaire con mano airada
Le azotaba la faz desvergonzada
Sirviéndole de látigo el sarcasmo!
Fué su implacable sátira el terrible
Demoledor ariete á cuyos golpes
Temblaron con su pompa y con sus leyes,
El trono envilecido de los Papas
Y el trono ensangrentado de los reyes!
¡Papado, Monarquía!
Nuevas Babeles del orgullo humano
Que levantara audaz el despotismo,
Que tiene por cimiento la ignorancia
Y por cúpula inmensa el fanatismo!
Para que brille el día
Después de las tristezas de esa larga
Noche de pavorosa tiranía
Que fue del mundo horror y vilipendio,
No de los astros el fulgor bastaba;
Esa noche moral necesitaba
La llama abrasadora del incendio!
Y el incendio estalló, y ardió en la tierra;
Se levantó como un titán el pueblo,
Y cetros y coronas
Echando al fuego de sangrientas piras,
Hizo al salir de su mortal desmayo,
Ministro de sus cóleras al rayo
Y al trueno heraldo de sus justas iras!
Como un mar azotado por los vientos
La muchedumbre ruje,
Y al estallar su contenido encono,
Se ajita, se abalanza, y á su empuje
Deshechos ruedan el altar y el trono!
La Francia en honda convulsion lanzaba
Grito de libertad tan alto y fuerte
Que, para siempre sonará en la historia;
Fue un volcan en fusion que vomitaba
Lava de muerte en erupcion de gloria!
Siempre en pos de los grandes cataclismos
En que se ajita el mar ó los volcanes,
Soplan los tempestuosos huracanes,
Esa respiracion de los abismos!
Poderoso huracan que en su carrera
Arrebata ciudades;
Que las selvas deshoja, hincha los rios,
Traspasa las calladas soledades,
Trepa á la cima de los Alpes fríos,
Desciende de sus altos
Picos de nieve perennal cubiertos,
Se ensancha, crece, el horizonte llena,
Cruza los mares, vuela á los desiertos;
Y se revuelca en la caldeada arena;
Surcado de relámpagos
Su torbellino denso,
Los potentes obstáculos arrasa;
Pero derrama por do quier que pasa
Pólen fecundo en el espacio inmenso;
Eso fué Bonaparte!
Rayo de génio y huracan de gloria,
Que al rojo brillo de incendiarias teas
El pólen esparció de las ideas
Con que la Francia iluminó la historia!
Despues que desató esas tempestades
¿Porqué cruza de nuevo el oceano,
El viajero inmortal de las edades,
El pensamiento humano?
Es que mas altas cimas
Quiere para brillar; es que anhelando
Espacios mas profundos,
Busca como Colon ignotos climas
Y encuentra nuevos mundos!
Quiere encender el faro de su lumbre
Donde le dé la libertad su amparo,
Y halla para columna de ese faro
Del Chimborazo la soberbia cumbre!
Su brillo se dilata
Por la vasta estension de un continente
Y se reflega fúlgido y potente,
En el espejo colosal del Plata.
La voz del heroismo
Lanza su grito enérgico de alerta
Y en los antros sin luz del fanatismo
El alma de la América despierta;
San Martin y Bolívar, los titanes
De las patrias contiendas
Que serán el Alcides y el Teseo
De futuras leyendas,
Libre entregaron á la raza humana
Inmenso campo para obrar prodigios;
El Plata, el Marañon y el Amazonas
Conservan de su paso los vestigios;
Y todo, todo en las estensas zonas
Que en triunfo recorrieron
Su genio y sus proezas atestigua;
Son en el nuevo mundo lo que fueron
Los semidioses de la edad antigua!
Para librar naciones
Sus pobres pero intrépidas legiones
Atravesaron páramos sombrios;
Tiñeron con su sangre de leones
Las panpas y las selvas y los rios;
Treparon las mesetas de los Andes,
Y pueblo alguno ni época en la historia
Hombres y hazañas contempló tan grandes
Sobre tan alto pedestal de gloria!
Al pié de esas jigantes cordilleras
Que hacen la tierra aproximar al cielo
Y bañarla en su luz; en las riberas
De rios dilatados como mares,
De llanuras sin fin sobre la alfombra
Y bajo el ancho pabellon de sombra
De inesplorados bosques seculares,
Su trono asienta el pensamiento humano,
Rey del orbe moderno,
Y en el vergel del argentino llano
Detiene el curso de su viaje eterno!
¡Y aquí demorará siglos y siglos,
Que al fin encuentra en esta tierra vírgen
En donde el sol de porvenir asoma,
Una patria mas bella que la Grecia,
Mas potente que Roma!
La patria americana,
En cuyo suelo espléndido y fecundo
Vendrá por fin á realizar el mundo
La libertad de la conciencia humana!
Es nuestra hermosa América un oásis
A donde en pos de las jornadas rudas
Por áridos desiertos,
La peregrina humanidad acampa;
Aqui la mente y la palabra vuela
Libre como los vientos de la pampa;
Sávia primaveral nutre la vida,
Rumbo de oriente las ideas toman,
Se abaten viejos ídolos, y altares
Caducos se desploman!
Y el hombre fuerte de la edad presente
Que corta istmos para unir los mares,
En este mundo jóven mira y siente
Perforacion de montes,
Cumbres que invitan á jigantes vuelos,
Vastos ensanchamientos de horizontes,
Inmensa sed de espacio, hambre de cielos!
En vano los eternos rezagados
En la marcha ascendente del' progreso
Que dan la espalda al sol que se levanta,
Sobre el fango de tiempos ya pasados
Quieren hacernos resbalar la planta;
No lo conseguirán. Se puede al águila
Aprisionar, mas solo cuando inerme
Sobre las grietas duras
Herida cae ó descuidada duerme,
Mas no cuando se cierne en las alturas!
Y hoy dueño del espacio
El pensamiento es águila de lumbre
Que vuela por los ámbitos profundos
De la insondable selva de los mundos
Hasta posarse en Dios, excelsa cumbre!
No es una ciencia atea,
Un futuro sin Dios, lo que predican
Los defensores de la nueva idea;
Son los fuertes obreros que edifican
El nuevo santuario de las almas;
Son los profetas que en su ardor fecundo,
Anuncian entre víctores y palmas
La religion del porvenir, al mundo!
Es el templo en escuela convertido,
Y el culto inmaterial de la conciencia
Lo que en su ardiente prédica reclaman;
No es la ciencia sin Dios lo que proclaman,
Sino á Dios revelado por la ciencia!
¡Alma del infinito,
Desconocido espíritu sin nombre
Cuya grandeza por doquier contemplo,
La tierra es tu ara, la creacion tu templo,
Y el sacerdote de ese templo, el hombre!