Cafayate canto
18/10/2013. Rincón Literario > Poesía
La oleosidad del paisaje y los colores que se precipitan en medio del camino se dibujan en las palabras de Eduardo Ceballos.
	
	Abandono el trabajo ciudadano
	y empiezo a recorrer los antiguos caminos del Valle de Lerma,
	para buscar el oxígeno, el sol,
	el paraíso donde vive la arena,
	el canto y el vino, sabedor de abuelos y de coplas.
	Dejo las pequeñas frustradas lágrimas ciudadanas
	en una casa cualquiera de la ciudad de Salta,
	y emprendo como un pájaro alucinado un vuelo
	hacia el corazón sonoro de esta América que canta.
	Surco pueblo, ríos, acequias, árboles
	que me saludan con sus verdes y frescos brazos,
	siento que una música de ancestros le crece desde su tallo,
	El viento me lleva y voy envuelto en la emoción de siempre.
	Surco pueblos y soy testigo de este abrazo
	de valles y de ríos que bajan con sus aguas,
	y la tonada exacta del coplerío,
	los colores y las formas se parecen a la música.
	Veo las casas de los loros que ponen verde el horizonte,
	un obelisco salteño, vallisto,
	un sapo mitológico sabedor de la vida,
	Castillos donde viven la arena y los vientos,
	Ventanas por donde mira el emocionado hombre,
	el paisaje donde ruge un bravío calchaquí,
	con melena de oro, que pasa alegre y orgulloso,
	alimentando la algarroba y el maíz.
	Su tesoro una chicha maíz,
	aloja fermentada de la fiesta
	cruzan los valles de la gente.
	Que retumbe en los valles
	El eco de los tiempos.
 
                         
                         
                         
                        