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Esta es mi tierra

24/05/2016. Rincón Literario > Poesía

Desde las perplejidades y asombros que provocan los paisajes, las costumbres y las gentes de su provincia, Abel Cornejo evoca en "Esta es mi tierra" su sentir sobre ese universo particular pletórico en tradiciones y leyendas.

Esta es mi tierra

Mineral prodigio de quebradas yertas

De ríos gredosos

serpenteando estrellas

De piedras antiguas haciéndose flechas

De cedros, chañares, lapachos y tipas

De los guayacanes, ahuecando ausencias 

De duros quebrachos y noches serenas

De coplas añosas y arcanas leyendas

Esta es mi tierra

Perfume de albahaca, poleo y de menta

De rejas oscuras, pletóricas puertas

De patios de azahares y guitarras lentas

Floridos geranios en anchas macetas

De vates airosos de prosa galana

De acordes que atrapan

tonadas lejanas

De quillangos suaves que abrigan las camas

Del horno de barro horneando empanadas

Esta es mi tierra

La fe peregrina santigua las horas

De tantos septiembres orando su historia

De mujeres guapas, donosas y ufanas

De hombres curtidos, coraje y audacia

De santos lugares y devotas damas

De monjitas sabias junto a las ventanas

Esta es mi tierra

La mano extendida y las largas mesas

Que recibe gentes de todo el planeta

De su hospitalaria condición humana

De cerros y valles, vicuñas y llamas

El canto sentido de viejas bagualas

El ancestral grito de la Pachamama

Esta es mi tierra

La que solitaria combatió en la guerra

De indómitos gauchos

jineteando huellas

Del tronar montuno

de los guardamontes

De vinos morados, sabor a madera

La que se desvela por los carnavales

De bombos temblando los algarrobales 

Ponchos colorados forman su bandera

Esta es mi tierra

Tropical ensueño de la lampalagua

Rugidos de pumas, quirnquichos y antas

De gruesos yuchanes y ariscas corzuelas

El Bermejo inmenso

El calor del Zenta

Altos urundeles, emergen la selva

Esta es mi tierra

La puna azulada de enormes salares

La de tardes quietas de umbrosos celajes

De  majadas largas, guanacos y alpacas

Sonoros cencerros,  tintineando el alma

De niños humildes, buscando esperanza

De ojos luminosos de simple mirada

Esta es mi tierra,

Vuelos vespertinos de pintas torcazas

Del sentir profundo de sus tradiciones 

De las penas hondas de sus emociones

El verdor agreste de erguidos cardones

El suspiro inquieto de los corazones

El hablar pausado, sencillo y castizo

El  ardor picante del ají rojizo

El dulzor silvestre de la miel de caña.

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