Defensor oficial denunció que entraron a su casa
12/07/2018. Noticias sobre Justicia > Noticias de Salta
Tras las amenazas al fiscal federal, Carlos Amad, ahora se sumo otro hecho que elevó el temor entre los operadores de la Justicia Federal. Todo apunta a tácticas de intimidación provenientes de organizaciones del narcotráfico
Son tiempos violentos los que se avecinan en los pasillos de los tribunales federales, al menos, esto se deduce tras las amenazas que se dieron a conocer en los últimos días, y que tuvieron como blanco nada menos que a un fiscal federal.
A este hecho, ya de extrema gravedad, ahora se sumó un nuevo incidente. Se trata de la violación de domicilio de la que fue víctima un defensor oficial, quien denunció el hecho en la subcomisaría del barrio Grand Bourg, donde reside.
La denuncia, a la que este semanario tuvo acceso, fue radicada por Martín Federico Petrina Aranda, un abogado de 54 años que se desempeña como Defensor Público Federal y a la vez cumple funciones de Coordinador de la Unidad de Letrados Móviles de Derechos Humanos de Salta.
El defensor, ampliamente conocido entre los operadores que conviven en las distintas dependencias del edificio de calles Deán Funes y España, reveló el 26 de junio pasado, un hecho que no sólo generó temor, sino incertidumbre respecto a si se trató de un mensaje intimidatorio o bien se trató de una broma de mal gusto.
Petrina, según lo denunciado, contó que el 26 de junio, alrededor de las 21, uno de sus hijos, un adolescente de 16 años, llegó a casa y se dio con la puerta de reja de acceso abierta, lo cual le llamó la atención debido a que siempre suele estar cerrada.
Creído de que algún integrante de su familia estaba ya en casa, el joven ingresó y se dio con que la puerta de acceso a la casa estaba cerrada, como así también otro acceso lateral. Una vez que entró a la vivienda, sin embargo, el adolescente se percató de que la puerta del fondo estaba abierta, pero con la llave colocada.
Tras verificar que no había nadie en casa, el joven se dio cuenta de que algo raro había, por lo que buscó refugió en la casa de un vecino, desde donde llamó a su padre. Tras esta alerta, Petrina regresó a su vivienda y el 911 también se hizo presente.
Planta alta
Al llegar a su inmueble, el defensor oficial junto a un uniformado del servicio de emergencia ingresó la casa. Lo primero que hicieron fue dirigirse a la planta alta, a la habitación de su hijo, pues desde ese cuarto ladraba el perro de la familia.
Al entrar al dormitorio, efectivamente encontraron al can y también se dieron con un cuadro muy extraño, pues observaron que la ropa del placard de la habitación ya no estaba, sino que los compartimentos estaban vacíos.
Al revisar el cuarto a fin de saber qué había ocurrido, si se trató de un robo y por dónde se escaparon, Petrina encontró las prendas de vestir de su hijo acomodadas debajo de la cama del mismo, hecho que generó mucho temor e incertidumbre.
Al seguir con la recorrida, Petrina se dirigió a su cuarto y se dio con el mismo cuadro. Sus prendas de vestir habían sido extraídas del placard y otros muebles, por lo que el defensor se agachó para ver debajo de su lecho nupcial.
Grande fue su sorpresa al levantar el cubre camas y encontrar sus camisas, todas bien dobladas, debajo de su cama. El misterio se extendió, cuando al revisar sus objetos personales, lugares donde tenía guardado dinero y otros elementos de valor, se percató de que no le faltaba nada.
Al revisar la cocina, en tanto, sólo observaron que algunos objetos habían sido removidos, sin halar otros indicios sospechosos. Petrina, al responder a ciertas preguntas de los policías, aseguró que cerró todo antes de retirarse, incluso la puerta del fondo.
Lo ocurrido, a excepción que se trate de una escena de una película sobre sucesos paranormales, despertó cierto temor, pues si se trata de un mensaje, el funcionario, no supo darle alguna explicación. No obstante, esa posibilidad no está para nada descartada.
Petrina solicitó la investigación correspondiente, como así también desde la justicia federal se impartieron medidas para garantizar la seguridad del defensor y su familia, máxime después de las amenazas de muerte denunciadas por el fiscal, Carlos Amad.
Tiempos violentos
Cabe señalar que las amenazas al fiscal ocurrieron el 21 de junio, cinco días antes de la denuncia de Petrina, por lo que no se descarta que ambos incidentes puedan estar vinculados, aunque se desconoce si el defensor tendría en sus manos alguna causa penal con incidencia en organizaciones del narcotráfico.
Esta denuncia, como así también la de Amad, generaron cierta preocupación de parte del resto de los operadores de la justicia federal, quienes nunca se vieron expuesto a este tipo de incidentes, en los cuales las víctimas son ellos mismos.
Hace unos años, un incidente con un empleado de una pastelería vecina al edificio de la fiscalía federal 2, ubicado al frente de los tribunales federales, fue el único que altero el buen clima que siempre se vivió en el ámbito federal.
Lo que se vivió en los últimos días, sin embargo, es totalmente distinto, pues se trata de incidentes directos, los que dejaron en evidencia lo fácil que es para las organizaciones criminales tener acceso a las viviendas o inmuebles personales de los distintos funcionarios de la justicia federal, pues en ambos casos, los responsables no tuvieron inconvenientes para sortear obstáculos al respecto.
Esto revela, tanto la falta de seguridad existente en torno a jueces, fiscales, defensores y otros operadores, como la audacia de los criminales para golpear en lo más íntimo a sus víctimas, a los que les dejó bien en claro que “las aguas bajan turbias”.
Más seguridad
Ante estos incidentes, el desafío y la exigencia gira ahora en torno a las fuerzas de seguridad que tienen bajo su responsabilidad la seguridad de los distintos funcionarios de la justicia federal, entre ellas la Policía Federal, Gendarmería Nacional y la Policía Aeroportuaria, entre otras.
Por lo general, la tarea de estos efectivos se limitaba a la custodia en los distintos despachos del edificio de calle España y Deán Funes, una actividad que seguramente ahora tendrá una exigencia más extrema, en especial en torno a los funcionarios judiciales.
Por otra parte, en tanto, se espera respectivas tareas de inteligencia a fin de poder no sólo establecer la identidad de los autores de las amenazas de muerte al fiscal y de las personas que irrumpieron en la casa del defensor oficial, sino de establecer si se trata de hechos aislados o de una acción procedente de alguna organización criminal, con fuerte vínculos con el narcotráfico.
Y es que la mayoría de las causas, o bien, las de mayor peso que se dirimen en este fuero tiene que ver con esta clase de delito y, por ende, con carteles y organizaciones que no sólo manejan fuertes cantidades de dinero, sino que su principal arma es la intimidación.
EL INTRA